Impide el entendimiento entre los humanos ¡Egoísmo de los académicos no permite que crezcamos al unísono!
Hoy, al leer
algunos textos especializados, he recordado al profesor de la UPC, Miguel Ángel
Vargas que tenía programado un curso de Física para no físicos, lo asesinaron y
con él se fue mi expectativa de entender la materia desde el punto de vista de
un ser común.
Lo que
separa al hombre normal del científico es ese lenguaje, y es una lástima que
tanto esfuerzo continuado durante años sólo pueda ser entendido por personas
cultivadas en el área del investigador.
Quizás el
planeta estaría a salvo de catástrofes y el espíritu humano habría crecido a la
par de los descubrimientos científicos si los ilustrados compartieran sus
conclusiones de manera sencilla, con palabras usuales, tal como Salomón hizo
con sus Proverbios.
La Academia
aglutina a los académicos en bloques herméticos, que tienen semejanza con las
cofradías y sociedades secretas. Ignoro, desde luego, lo que piensa un
científico del resultado de sus esfuerzos, pero lo imagino al margen del resto
de los hombres en una burbuja que lo aísla de otros espacios y de su tiempo.
Como lectora
y escritora común y silvestre no comparto su ideario; leo, pienso y escribo
para transmitir mis conclusiones a todo el que quiera aproximarse a mi ánimo, y
lo hago con felicidad, porque siento que la soledad aplicada al estudio de cualquier tema vale la pena sólo
si puedo obsequiar al prójimo instantes de lucidez emanados de su propio
intelecto –todo lector reescribe el texto rápidamente- mas, si usara palabras
inusuales pondría una muralla entre su alma y la mía.
Me encantan
los diccionarios porque resumen sin pedantería todos los conocimientos que el
humano ha logrado; sé lo que significa dejar a un lado el libro que nos quita
el sueño por su interesante contenido, para buscar en él una palabra que nos
enreda el hilo.
Creo que es
necesario, para atraer lectores –raros en todas las épocas- editar dos
versiones de la misma obra, una para ilustrados y otra para neófitos. El autor
deberá delegar en otro la traducción de sus pensamientos experimentales.
Todos, sin
excepción, somos aprendices de la vida y sus consecuencias, los científicos
también, y en mayor grado, puesto que el Método se cimenta en la
experimentación, una y otra vez, hasta alcanzar la claridad absoluta… como los
niños, como en la alquimia.
@yastao