viernes, 14 de noviembre de 2014

EL LENGUAJE TÉCNICO, CUAL TORRE DE BABEL

Impide el entendimiento entre los humanos ¡Egoísmo de los académicos no permite que crezcamos al unísono!
Hoy, al leer algunos textos especializados, he recordado al profesor de la UPC, Miguel Ángel Vargas que tenía programado un curso de Física para no físicos, lo asesinaron y con él se fue mi expectativa de entender la materia desde el punto de vista de un ser común.
Lo que separa al hombre normal del científico es ese lenguaje, y es una lástima que tanto esfuerzo continuado durante años sólo pueda ser entendido por personas cultivadas en el área del investigador.
Quizás el planeta estaría a salvo de catástrofes y el espíritu humano habría crecido a la par de los descubrimientos científicos si los ilustrados compartieran sus conclusiones de manera sencilla, con palabras usuales, tal como Salomón hizo con sus Proverbios.
La Academia aglutina a los académicos en bloques herméticos, que tienen semejanza con las cofradías y sociedades secretas. Ignoro, desde luego, lo que piensa un científico del resultado de sus esfuerzos, pero lo imagino al margen del resto de los hombres en una burbuja que lo aísla de otros espacios y de su tiempo.
Como lectora y escritora común y silvestre no comparto su ideario; leo, pienso y escribo para transmitir mis conclusiones a todo el que quiera aproximarse a mi ánimo, y lo hago con felicidad, porque siento que la soledad aplicada al  estudio de cualquier tema vale la pena sólo si puedo obsequiar al prójimo instantes de lucidez emanados de su propio intelecto –todo lector reescribe el texto rápidamente- mas, si usara palabras inusuales pondría una muralla entre su alma y la mía.
Me encantan los diccionarios porque resumen sin pedantería todos los conocimientos que el humano ha logrado; sé lo que significa dejar a un lado el libro que nos quita el sueño por su interesante contenido, para buscar en él una palabra que nos enreda el hilo.
Creo que es necesario, para atraer lectores –raros en todas las épocas- editar dos versiones de la misma obra, una para ilustrados y otra para neófitos. El autor deberá delegar en otro la traducción de sus pensamientos experimentales.
Todos, sin excepción, somos aprendices de la vida y sus consecuencias, los científicos también, y en mayor grado, puesto que el Método se cimenta en la experimentación, una y otra vez, hasta alcanzar la claridad absoluta… como los niños, como en la alquimia.
@yastao