Son muchas las causales que podría
mencionar para sustentar esta sospecha,
sólo mencionaré las más destacadas por motivos de espacio en esta entrada.
Un humano que como tal nace, crece y se
reproduce, llega programado para ser sobresaliente, así sea en su yo interno.
Mas, no por ello lo logra, especialmente por que en su proceso de formación se
le introduce como norma de conducta la competencia y ello lo manipula para que
intente una vez y otra vencer a todo el que se le ponga enfrente... ¡qué mala
vida la que se da! Pues siempre habrá alguien superior, especialmente en actitudes
paternales en las campañas políticas frente a los desamparados a los cuales
subyuga para, posteriorme, 'clavarles' el
impuesto, o la bala.
Usan a los desvalidos para trepar en la
escala salarial, de mando y de poder; así que por obligación tienen que mentir
todos los días de su vida, que es campaña sin tregua, y hasta a los más
allegados convencen de que son los más altruistas y desinteresados seres de la Creación, hasta el punto que sus hijos aspiran a ser delfines, así jamás
lleguen a tocar ‘los umbrales’ que el progenitor les inspira, pero aprenden por
el camino que es la manera más segura de conseguir un buen capital a expensas
del tesoro público y que jamás invertirán en generar empleo, pues les fascina
el sistema financiero que ahora es el primer poder en el planeta.
En lo único que invierte es en cuidados
especializados médicos, pues a lo largo de toda su existencia como sinecura
tiene que abrazar con alborozo a gente sudorosa, mal vestida, desconocida y
probablemente con algún tipo de enfermedad contagiosa, por tanto, es
indispensable que se vacune contra todo, pero no hay vacunas contra el cinismo,
qué lástima.
Habrá usted notado que no me refiero al
género femenino, porque en Colombia el machismo no ha desaparecido, se ha
camuflado en porcentajes por los que las mujeres pueden acceder a los cargos de
importancia, no por méritos, que ya de por sí es una ofensa, sino porque están
ahí, esperando las migajas que caen de la mesa de los hombres que aún hoy
ejercen el derecho de pernada.
Para ser notadas tienen que demostrar
que son ‘bien machas’, por tanto, anulan de su esencia la ternura y a la
verdadera compasión, que a fin de cuentas sería lo justo y necesario de poseer
a la hora de hacer política.
No pienso escribir los nombres de
nuestras representantes en la vida nacional, pero usted podrá observarlas y
sacar sus propias conclusiones... somos las más retrógradas del mundo pero
hablamos y actuamos en público como si fuésemos inteligentes y soberanas, a
sabiendas que siempre buscamos el respaldo de los hombres para poder subsistir
en una sociedad que margina a la mujer que de verdad es dueña de su libre
albedrío.
Y si usted, mujer que se cree que está
haciendo política libremente, me odia en este instante porque estoy haciendo
una confesión pública de nuestra lamentable debilidad como seres pensantes, no
está de acuerdo, explíqueme por qué no ha convocado a las mayorías, que somos
nosotras, para que hagamos un bloque sólido contra el latrocinio que los
hombres han ejercido contra la dignidad, la vida humana y el buen nombre de la
República de Colombia, durante dos centurias, pero sin tener el signo de pesos
camuflado en la conciencia, como es proverbial en ellos.
Entonces, por todo lo anteriormente
expuesto, también actuamos con ruindad, quizá por el temor y el ‘respeto’
ancestral que nos inoculan desde la cuna hasta la sepultura por los machos de
la especie ¡nuestras propias madres! En consecuencia, podríamos tratar de
romper las cadenas ominosas con las que nos atamos a la servidumbre moral y física,
amparándonos con el sufragio inteligente; lástima que ahora mismo no hay una
representante digna de tan trascendental empresa ¿será que ya nació?
@yastao