Te
mirarás al espejo de aumento de tu propia realidad, los huesos dolerán, los
dientes empezarán a caerse, las manos te desobedecerán, lo que observas será
turbio, sin brillo, y ya nada anhelarás entre las piernas.
Sentirás un extraño frío que no se
quitará con mantas, ni con café caliente. Los pasos de la decrepitud estarán
presentes en tus viajes al único lugar que no podrás eludir: el baño, para vaciar la vejiga cada vez más frecuentemente.
Ningún perfume disimulará tus
flagrantes fragancias, tu olor a animal real que se pudre con cada día de
existencia.
Habrás dejado de mirarte de frente en
el espejo porque la imagen que te devuelve no corresponde a tus recuerdos y
sentimientos de antaño, que no ves precisamente lejano. Lo escudriñas y ahí está, al alcance de la mano, pero jamás podrás retornarle, todo estará difuso, y te
preguntarás dónde, en qué encrucijada del camino se te fueron quedando los
jirones de felicidad, dónde se escondieron de ti las esperanzas para siempre
jamás, y será inútil que creas que nada pasa, pues la vejez con todas sus
expectativas de podredumbre estará tocando las puertas de tu alter y tu cuerpo.
¿Habrá algún método que se pueda
aplicar para retardar este estado al que todos estamos abocados?
Podría atreverme a regalarte algunos:
a.
No dejes que usen tu cuerpo demasiado, eso quita energías, trata de usar el de otros,
para lo que sea.
b.
Adquiere costumbres ineludibles en cuanto al aseo
personal, que sea una rutina implacable.
c.
Nutre tu espíritu con cosas poderosas, pensamientos de
seres que habitaron el planeta centurias atrás, así sabrás de qué se trata la
inmortalidad.
d.
Sin aspiraciones a ganar notoriedad o dinero, trata de
escribir todos los días, que no puedas dejar de hacerlo, que se convierta en
vicio.
e.
Si no logras tener un verdadero amigo, de esos que son
regalos de Dios, consigue una mascota, siembra plantas medicinales, que de
paso te servirán para hacerte unas benéficas bebidas.
f.
Cuando te levantes, invariablemente, ama el nuevo día,
así sea en invierno, llega hasta la estufa y hazte un delicioso y aromático
café, después ve al baño, y antes de mirarte al espejo, despéjate con
suficiente agua el rostro, sóbalo fuerte con una toalla y alisa el cabello.
Ahora sí, mira, no te ves tan mal para estar acabado de levantar.
g.
Ahora, si eres mujer, procede a maquillarte como si
fueras a ser observada por una audiencia mínima de cien personas, ponte un
vestido cómodo, limpio, zapatos de cuero, jamás de plástico, unas cuantas
prendas de fantasía, un poquito de perfume y sonríete.
h.
Ahora canta, canta, canta. Rememora canciones para que
el cerebro trabaje sin demasiado esfuerzo.
i.
Proyecta alguna actividad física para el día que nace:
cambia los cuadros de pared, piensa en cómo le gustaría a él ver el lugar en el
que sueñas. Es posible que te esté
mirando desde una dimensión que aún desconoces, obséquiale diez minutos de tu
vida diaria, trata de recordar sus manos, sus ojos, su boca, su voz... es un excelente ejercicio de vida
espiritual.
j.
Escucha la radio, música para tu edad mental, y las
noticias, para que sepas de qué hablar cuando alguien te aborde en la calle; o
al menos para saber si puedes salir.
k.
Lee, lee siempre, todos los días, así sabrás que
existes plena, que puedes aportarte la felicidad de saber, que es la más grande
generadora de juventud. Tu condición de viejo no será si estás perfectamente
interesado en algún tema. Experimenta con los mas sesudos escritores, dedícales tiempo, ellos, alguna vez, se esforzaron en traducir sus
pensamientos y conclusiones para ti, y que sea recíproco, como te dije
anteriormente, escribe para alguien sin tiempo determinado, medita antes
de sentarte a hacerlo, no permitas que la falta de papel te limite. Mantén una
buena provisión.
l.
Consíguete una computadora, es genial, no hay que hacer
ningún esfuerzo, únicamente memorizar funciones. Pero no debes estar supeditado
a la tecnología, conserva los objetos mecánicos, de esos que no requieren
energía eléctrica para funcionar.
m.
Aprende a apreciar la soledad desde tu juventud, ella
es creadora, libertadora, si las aprecias, jamás estarás mal por no tener
compañía, te tendrás por siempre a ti mismo, a tus pensamientos, sentimientos,
a tus esperanzas. Sé egoísta con esto de la soledad, que nadie penetre a tu
refugio, esos seres parlantes son un fastidio, porque no los puedes apagar
cuando quieras.
n.
Lo más insignificante, en ocasiones puede tener
importancia trascendental: una vela, fósforos, reloj a la mano, agua recogida, toallas y sábanas
limpias.
o.
Procura todos las semanas darle unos toques de cuidado
a tus manos y pies, con ellas te comunicas, con ellos te desplazas, actos
importantes de supervivencia.
p.
Ignora las malas noticias, analízalas desde su propio
contexto, que necesariamente no es el tuyo, pues de noticias no ha carecido el
mundo jamás, que se preocupen los analistas de oficio.
q.
Obséquiate cada vez que puedas tesoros especiales, de
acuerdo a tus aficiones. Libros, perfumes, flores, joyas, para usarlos, no
guardes tesoros para que se los disputen los buitres.
r.
Aléjate de los fanatismos, aprisionan los sentimientos
y restringen los sentidos por los cuales nos comunicamos con nuestra época, no
nos permiten ser felices a nuestro arbitrio, te inoculan sentimientos de
pesar y anhelos de dichas demasiado
lejanas. Debe importarte el día de hoy, especialmente el instante vivido, con
consecuencias o no, porque soñar es también necesario. Sueña que eres lo que
Eres: un ser libre, pensante, y ojalá buen bailarín, en soledad bailar es beneficioso.
El ocio clásico de la vejez bella,
según Montaigne es “que nuestro espíritu puede ser objeto de préstamo, pero no
de cesión. Pensar, soñar, admirar”. La divisa que tenemos que adoptar.
@yastao