miércoles, 20 de noviembre de 2013

ESTA ES UNA GUERRA ENTRE TRIBUS



ESTA ES UNA GUERRA ENTRE TRIBUS

Ya todo se ha dicho sobre las elecciones presidenciales en Colombia que se llevarán a cabo el próximo domingo 15 de junio, por tanto, repito esta entrada para refrescar la memoria del colectivo, que estará en éxtasis el sábado 14, porque 

Selección Colombia debutará en Brasil el 14 de junio y contra Grecia 

Por tanto, perfectamente anestesiados, mirarán una y otra vez todas las repeticiones que emitirán el domingo, sin darse por enterados que podrían, saliendo a votar, definir el futuro de Colombia como patria, no como selección de fútbol. 

Toda la sociedad está constituida por tribus, así algunos les digan clanes, u organizaciones, para que suenen más elegantes. Es que la vida es más cómoda y segura si se comparten costumbres y valores. Cada tribu tiene una razón social que la capacita para hacer negocios con otras.

Ahora vamos a lo concreto: las Farc son una tribu organizada desde hace algo así como medio siglo, estaba cimentada sobre un rostro y un remoquete “Tiro fijo”, la base de toda la organización está establecida sobre esa figura central, y todos los miembros del ‘Secretariado’ son una especie de círculo íntimo, invariable.

Todo funciona como una dictadura del fundador del que se tejen historias míticas y todas sus  maniobras se basan en la confianza que les otorga una comunicación casi telepática, puesto todos saben qué piensa el otro. Su energía  se irradia porque todos responden intuitiva e inmediatamente ante determinadas situaciones, porque las líneas de autoridad son cortas, debido a la centralización del poder.

Es claro que otras tribus poseen las mismas características en cuanto a la velocidad de respuesta en las situaciones críticas, no sólo en la guerra de guerrillas; también en los mundos del arte, en las bolsas de valores, en la política.

Aquí en Colombia hay otras poderosas, claro está, la tribu de las Auc se organiza de una forma altamente capaz de llevar a cabo tareas de manera casi instantánea. Los jefes son pocos, con territorios definidos (muy parecida, en este caso, a la tribu de las Farc), pero esta tribu es costosa de mantener porque tienen personal altamente capacitado, personas jóvenes y activas, que perfeccionan los ‘procedimientos’ para facilitar las tareas y que no se preocupan por su futuro a largo a plazo, son bien remuneradas y no se enquistan en sus cargos y regiones, los pueden insertar en cualquier territorio y bajo las órdenes de cualquier cacique que les pueda pagar su mesada. 

Lo perturbador es que el aparato estatal también es una tribu que está dirigida por un presidente, organizada por ministerios con un conjunto de funciones, y los individuos son sólo ocupantes temporales de las funciones, y más que dirigir administran bajo parámetros pre establecidos que deben convertirse en rutinarios, alejando de los oficiantes sus anhelos en la toma de decisiones, porque todo debe funcionar como un reloj. Quizás de ahí sacó la frase el máximo estadista que hemos tenido: los hombres pasan, las  instituciones quedan.

A grandes rasgos pertenecemos a tres grandes tribus con sus respectivos caciques, y además también nos afiliamos a las limitadas, que nos agremian como artistas, escritores, arquitectos, músicos, contadores, abogados, médicos, periodistas, profesores, etcétera; cada una maneja rituales, ideas y procedimientos herméticos.

Esta guerra no es fácil de concluir, incluso diría que no es factible, porque tendríamos que abolir todas las  tradiciones y los oficios, y buscarles sustitutos inmediatos que llenen todas las expectativas físicas y psíquicas del colectivo. 
@yastao

viernes, 8 de noviembre de 2013

EL SEÑOR BLANCO





Por primera vez en cuarenta y tres años, que es el tiempo transcurrido desde que ejerzo mis derechos como ciudadana colombiana, estoy contemplando la posibilidad de colgarlos en una percha por tiempo indefinido.

Esta posibilidad inquieta mi alma que se ha solazado en el ejercicio de los deberes y derechos inculcados desde mi casa ancestral.

Y lo que es peor, ni siquiera puedo inducir a mi descendencia a que practique con alegre energía el acto soberano de votar por una persona que la represente en todas las instancias públicas.

Repaso los rostros, los nombres, las actitudes pasadas y presentes, y ninguno me entusiasma; es como si las máscaras sonrientes y sabias hubieran dejado de cubrirlos, y así se esfuercen en aparecer con sonrisa diseñada, la malicia se filtra proyectándonos el verdadero retrato de sus malsanas intenciones.

Nuestras esperanzas han sido demolidas una por una, no queda rastro de esa pueril inocencia que nos permitía pensar que después de que depositábamos el voto en una urna de cartón todo el territorio geográfico y moral quedaba a salvo, éramos hondamente patriotas.

No hay por quién votar, soy mujer sin filiación política definida, que siempre ha pensado que las personas no tienen por qué atrincherarse detrás de unas banderas de colores, que en la oscuridad son siempre imprecisos, y que todas los idearios son válidos si son tejidos para el bien de la especie humana; he ejercido mi constitucional derecho al voto y al veto de acuerdo a las expectativas del momento.

En ocasiones he optado por alguno de la derecha porque a mi entender Colombia lo necesitaba en ese tiempo preciso; también lo he hecho por personas de la izquierda por lo mismo; por el centro no me voy, pues se acomoda a todas las circunstancias tomando de todos un poco.

Pero la desilusión hace presencia casi de inmediato, pues una vez  posesionado el individuo en el cargo que le hemos obsequiado, muestra su verdadero rostro de falsario, y si, pongamos por caso, era de humilde extracción, se convierte en el más cruel y sanguinario amo, e incluso, tiende a ser más perverso que los que por herencia han ejercido el poder.

Ahora, hoy, creo firmemente que un sindicalista, un socialista, un conservador, o un liberal, solamente piensa y actúa  para el grupo que representa, mas no para el conglomerado. Y qué decir de los que crean nuevos partidos políticos - tal cual como aquellos que organizan una iglesia en cada cuadra – por conveniencia personal.

Todo es efímero, lo entiendo. Lo perverso de nuestra historia es que es  provisional  por tiempo indefinido, y bajo la dictadura de las armas han asesinado a diestra y siniestra cuerpos con almas preciosas que desde el infinito gritan una sola palabra: ¡Justicia! Y eso tiene  repercusiones a escala cósmica.

Entonces, para no desechar la esperanza, - lo único que quedó en la caja de Pandora-  busco un alma con cuerpo físico- político, que llene los siguientes requisitos, para votar por ella: a) Que tenga temor de Dios; b) Que no ejerza la ira, ni la gula, ni la pereza, ni la envidia, ni la promiscuidad, ni la mentira; c) Que no sea un ladrón.   
Parece que el único que llena esos requisitos es el Señor Blanco.