martes, 23 de diciembre de 2014

Epístola a Jesús de Nazaret



Como las tradiciones  nos conducen y someten a la repetición para que el círculo nos circunde, te someto, me someto a  la circunstancia que es tu encarnación. 

Llevo lustros diciéndote lo mismo y nada ha cambiado, entonces repito: si es posible, pido que intercedas ante el Padre para que surta con algunos requerimientos que induzcan a los hombres a que:  
No depreden, no roben, no maten, no violen, no calumnien, no mientan, no torturen, no humillen, no ostenten; porque: depredando arruinan a la Creación; robando usufructúan lo que no les corresponde; matando son inferiores a las bestias; violando le hacen daño al recipiente del espíritu; calumniando sacan a la luz sus inenarrables deseos; mintiendo asesinan la inocencia; torturando distribuyen los suplicios del averno a los inocentes; humillando mancillan el alma, que es siempre niña; ostentando propician el peor de los males: la envidia. 
Líbranos de la unanimidad pidiendo paz con metralleta en mano; del incremento de los hombres armados; de las industrias homicidas; de los traficantes de armas; de la conjura de los poderosos; del hombre que posa de humilde intelectual para disfrazar sus intenciones; de los adiestradores en el arte de suprimir personas; de las eyaculaciones oratorias. 
Transmuta el alma del humano, para que asuma que la violencia así sea oficialmente programada,  es vil, absurda y bestial. 
Destruye, con la Palabra, que es poder total, todas las herramientas que sirvan para hacer la guerra.  
Que nadie se atreva a apropiarse del cuerpo con alma de alguien, que convierte en mercadería, para conseguir objetos materiales que jamás se podrá llevar al infierno.
@yastao



viernes, 19 de diciembre de 2014

FLAGELÉMONOS
Si la verdad es amarga, vomítala.
Ante el escándalo que hasta ahora hacen los medios por las desapariciones de jóvenes en Colombia, se me exacerba el  espíritu y comienza a rememorar lo que he escrito, casi clandestinamente, sobre los horrores que hemos padecido en las provincias por el éxodo de la juventud en flor que se fue a los campos a sembrarlos de muerte, por la paga.
Siempre nos escudamos en la conmiseración cuando somos sorprendidos en flagrancia, por ello, las madres de los muchachos que aparecen muertos  se mezan los cabellos ante las cámaras, creyendo que así engañarán  a su conciencia y al colectivo, que también sabía, pero callaba y otorgaba.
No puedo asegurar que todas las madres de los vasallos al servicio de ruines hombres, renovables, ahora nos consta, estaban enteradas de las andanzas de sus vástagos, mas como madre sé que algunos gérmenes infames los inoculamos nosotras.
Algunas acompañaron y celebraron a sus nenes cuando le aplicaron las primeras patadas a un perro y cuando aprendieron a manejar un arma y la llevaron a la casa nada dijeron. Llegaron la primera vez con las botas y la camisa pringadas de sangre y no los interrogaron, se levantaron más temprano para lavarles la ropa, limpiar los zapatos y hacerles un desayuno bien trancado.
Aquí les va una de las arengas que escribí, presa de la desesperación e indignación cuando me enteré de una de las cientos de masacres logradas por los hombres de mi patria:
¡USTED ES LA MADRE!
No se haga la mártir, ni derrame lágrimas ardientes en público, puesto que usted sabe muy bien en privado, todas las arbitrariedades que le soportó a su engendro para que no llorara, primero; para que no gritara, después; para que no le pegara, ahora.
Reconozca que cada vez que llegaba a la casa con un objeto costoso, jamás le indagó a fondo sobre su procedencia, porque pensó que al menos el nene comenzaba a defenderse en la vida.
Usted, mi homóloga, no se molestó en enseñarle las sendas dignas que alguna vez recibió de sus progenitores, porque las telenovelas la absorben y además tiene que dedicarle tiempo a la charla insustancial con sus amigas.
A usted, madre de ese hombre armado, dispuesto a matar o a  morir, se le olvidó inculcarle el respeto a sus semejantes, el temor de Dios, sí, ese mismo al que usted clama por la seguridad de su hijo cada vez que desaparece para cometer sus crímenes.
Y una vez que retorna, usted, infame criatura ¡da gracias a Dios y a su santa madre!
Y no se le olvide el terror que siente al qué dirán, que por ello es que consigue a diario el periódico, para leer detenidamente la página judicial, por si acaso; y una vez aliviada, critica a fondo, en público y a voz en cuello, las infamias de los hijos ajenos.
Hipócrita y perversa es usted, que formando parte de un inmenso y execrable sistema, lo refuta, lo sepulta, tal como hacen los gatos con su porquería.
Seguiría con otras arengas, pero cansona no quiero ser, algunos títulos son:
1.        Joven hombre, gran asesino.
2.       Nosotros, escritores.
3.       Gobernantes.
4.       Novias, amantes, amigas.
5.       Autoricemos la verdad.
Cuando pueda, imprimiré toda la obra que titulé CAOS, para repartirla en el  mercado público, tal vez la lleven a casa si envuelven el pescado en ella.

 @yastao

lunes, 1 de diciembre de 2014

DIÁLOGO ENTRE TÚ Y EL NIÑO QUE TE HABITA



Hombre:       Tú eres pleno, sabes lo que quieres.
Niño:               No creas, lo que uso es el tiempo.
Hombre:          De qué manera.
Niño:               Sólo existe este.
Niño:               No te acerques tanto.
Hombre:          Te necesito para sentir que existo.
Niño:               Esa necesidad es la que debes abolir.
Hombre:          Moriría de tristeza.
Niño:               No lo digas, no lo pienses.
Hombre:          Si dejo de pensar, te irás sin despedirte.
Niño:               Una parte de mí siempre estará en ti, porque es independiente de mí.
Hombre:          Habitar en esta casa sin los sonidos emitidos por otros es difícil, causa un dolor lento, duele el espíritu.
Niño:               Tal vez por eso te has convertido en una fábrica de menesteres.
Hombre:           Tengo que usar herramientas para sentir que soy homo sapiens, además          generan ruidos.
Niño:               Prueba a no usarlas, sólo por hoy, para ver qué te puede suceder en un mundo sin sonidos.
Hombre:          No es posible, sólo los sordos de nacimiento lo conocen, pero no pueden describirlo a un audible.
Niño:               No hay peor sordo que el que no quiere escuchar.
Hombre:          Usas y abusas del refranero popular, me parece.
Niño:               En el refranero está resguardado todo el conocimiento recopilado en siglos de experiencias humanas.
Niño:               Mi madre siempre me resguarda de todos los peligros, aleja de mi lado al resto de humanos, de esos que aún tienen concentrada la maldad en cada centímetro de su esencia, todavía no han llegado a ser adultos educados para mentir.
Hombre:          Me parece que tu presente es placentero, lo percibo en la forma en que te vistes, te comportas y  expresas.
Niño:                          Sí, tengo todo lo que necesito cuando lo pido, a veces ni siquiera tengo que pedirlo, hasta me adivinan los anhelos.
Hombre:          Cuando tenía tu edad siempre estaba solo, jugaba encerrado en una casa, lejos de los demás niños que se reían de mi pobreza, y para completar, mi madre me sacaba a verlos jugar,  me ponían apodos, se mofaban de todo lo que hacía y decía.
Niño:                          Me encanta liderar todos los juegos, y lo mejor es que me lo permiten, prácticamente me suplican que lo sea.
Hombre:          Jamás seré un líder, ello traería demasiadas responsabilidades, no me quedaría tiempo para dialogar abiertamente contigo.
Niño:               Entonces no te quejes... ¡tú no deseas crecer!
Niño:               Me estás apretando la mano demasiado, con suavidad me podrías maniobrar mejor.
Hombre:          Es que jamás me enseñaron a volar cometas (barriletes).
Niño:               Poseo una colección, tengo: aves, aviones, barcos, submarinos, dinosaurios, rostros de monstruos y de bellezas, palacios flotantes con personajes perfectamente trajeados.
Hombre:          Me estás haciendo daño, tanta maravilla junta me produce envidia, y por ella los humanos hasta asesinan.
Niño:               No me preocupo, contigo soy uno, eres como un apéndice de mi versatilidad
Hombre:          El tiempo está cambiando, las condiciones atmosféricas  son propicias para que emprendamos el viaje, agárrame del dedo índice, no permitas que te señale ningún camino, sólo andemos.
@yastao