jueves, 16 de enero de 2014

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote De La Mancha cumple 409 años

Miguel de Cervantes Saavedra fue soldado, presidiario, estudiante, recaudador de impuestos, no realizó estudios superiores, fue acusado de rebeldía y el 15 de septiembre de 1569 se hizo público un mandamiento judicial que contenía lo siguiente: “Sepades (sépase) que por los alcaldes de nuestra casa y corte se ha procedido y procedió en rebeldía contra un Miguel de Cervantes, ausente, sobre razón de haber dado ciertas heridas en esta corte a Antonio de Sigura, andante en esta corte, sobre lo cual el dicho Miguel de Cervantes por lo dicho por nuestros alcaldes fue condenado a que, con vergüenza pública, le fuese cortada la mano derecha, y en destierro de nuestros reinos por tiempo de diez años , y en otras penas contenidas en la dicha sentencia”.

Vean ustedes lo extraño de la vida y sus dictámenes: según consta en documentos, nuestro escritor estaba radicado en Roma (Italia) para el 22 de diciembre de 1569, es decir, que voluntariamente se expatrió; y desde allá solicitó que en Madrid (España) se le hiciera una “limpieza de sangre”, y en efecto se practicó la diligencia. En agosto de 1571, Miguel de Cervantes  fue soldado en la compañía de Diego de Urbina y se embarcó en las galeras mandadas por el Marqués de Santa Cruz que se dirigieron a Mesina, donde se reunieron las escuadras españolas, estaba compuesta por 280 galeras venecianas y pontificias, (recuerden que la Iglesia Católica Romana era una potencia e intervenía en la vida de los hombres, bajo brazos armados: las Cruzadas), bueno, formaron La Gran Armada, que a las órdenes de don Juan de Austria, venció a los turcos, que llegaron con 300 galeras en Lepanto el 7 de octubre de 1571 (es un golfo, para que sepan ustedes la importancia geopolítica de ellos, mencionen algún golfo ubicado en Colombia, pídanle al profesor de geografía que les ubique en un mapa el mencionado sitio). Ganaron esa batalla, pero los turcos se recuperaron… la historia es fantástica, tendríamos que estudiarla para situar nuestras futuras obras literarias en tiempos pasados, así se reeditan, es conveniente saber de ella, porque es que… la repiten.

¡Cómo no iba a escribir Miguel, si habitó el planeta a plenitud, y vio reunidas 580 embarcaciones repletas de hombres que remaban y peleaban con el peso de las armaduras ¿cuánto pesarían?
 Volvemos sobre el destino marcado que tnemos: a Miguel de Cervantes se le conoce como el Manco de Lepanto, quedó lisiado  (explicar los sinónimos)  de la mano izquierda en la batalla, y además recibió una herida en el pecho, de un arcabuzazo. (Buscar en el diccionario: arcabuz) ya en ese tiempo existían las armas de fuego. Su destino era ver la vida, leerla, y describirla con una sola mano.

Cervantes fue un genio, es un genio y está vivo, porque tomó de la vida absolutamente todo lo que le ofrecía, coleccionó datos de otros autores y los archivó para ordenar la historia  a su manera, desde Don Quijote de la Mancha.

Cómo sería de travieso, que se nos introduce él mismo en las páginas de la novela, apesadumbrado por no poder saber más de Don Quijote, y nos narra un hallazgo, en Toledo, de una obra en árabe llamada: “Historia de Don Quijote de la Mancha”, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo…
Leamos, tomado del Capítulo IX, (página 167 de RBA Editores S.A., Barcelona, 1994):
 “Estando yo un día en el Alcaná… (8) hay una llamada, así que nos tendremos que remitir, porque en esas llamadas está explicada la historia, la geografía, los giros del idioma, etcétera; además, para que se vayan alistando, es una de las formas de leer El Quijote, desde sus llamadas (mostrar dónde se consiguen, siempre están en letras más pequeñas):

8. El Alcaná, calle de Toledo con muchas tiendas de mercaderes.
 “…llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sendero; y como yo soy aficionado a leer, aunque sean papeles rotos de las calles, llevando desta mi natural inclinación, tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía, y vile con caracteres que conocí ser arábigos  Y puesto que aunque los conocía no los sabía leer, anduve mirando si aparecía por allí algún morisco aljamiado (llamada 9 : que sabe castellano) que los leyese, y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues aunque le buscara de otra y mejor más antigua lengua, le hallara (10: es decir: también le hubiera sido fácil encontrar a algún judío en Alcaná). En fin, la suerte me deparó uno, que, diciéndole mi deseo, y poniéndole el libro en las manos, le abrió por medio, y leyendo un poco en él, comenzó a reír.
         Preguntéle  yo que de qué se reía, y respondióme que de una cosa que tenía aquel libro escrita en el margen por anotación. Díjele que me la dijese, y él, sin frenar la risa, dijo:
-         Está, como he dicho, aquí en el margen escrito esto: “Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en la historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha”.

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