lunes, 3 de febrero de 2014

CARTA A MI HIJA


Hija

Ahora que sé que no vendrás, los objetos empezaron a tomar nuevas formas que hablarán de lo eterna y solapada que puede ser la eternidad  sin tu presencia. Empiezas la travesía por senderos desiertos de mí. 


Para cuando quieras regresar por minutos, días o años, cada centímetro cuadrado de este cascarón habrá adquirido la dimensión exacta de mi alma, que desea legarte:
Libros subrayados en el texto exacto que conducirán  tus sospechas de la realidad hacia un mundo en el que ya todo está pensado, expresado y manifestado. Son para que los uses, para que los legues traducidos a la manera práctica en que tú sabes hacer las cosas, de tal forma que nadie se pierda en disquisiciones absurdas y ampulosas de esas que usan los catedráticos que no escriben.

Aprenderás, como yo, a acariciarlos olerlos y besarlos cada vez que te corroboren en una idea que flotaba difusa en tu conciencia, y así, de pronto una tarde, te sorprenderás escribiendo una canción para alguien del futuro.

Y mientras tanto, te envío unos consejos: a la manera de cualquier arquitecto de cualquier era, reviso cada metro de esta casa tuya para prever que no se desparrame y se diluya con las lluvias o se disperse al sol, para que cuando la quieras usar, cuando realmente la necesites como puerto, esté incólume en el tiempo, cimentada en el amor al conocimiento, que jamás sobra.


En ella descubrirás universos paralelos. Por ejemplo: Percibirás que es época de podar los árboles cuando comiences a barrer demasiadas hojas amarillas.
Notarás la necesidad de pintar sus muros exteriores cuando deje de ser paisaje y se vea como ruina.
Aprenderás a cerrar los grifos sin hacerles demasiada fuerza para que no se desgasten las arandelas y los tornillos, y comiencen a gotear.
Lucharás por no dejar pasar desechos sólidos por los sifones cuando tengas que usar la ‘chupa’.

Sabrás que es hora de combatir las hormigas cuando te empiecen a dejar sin sombra.
Derrotarás a los ratones y otras alimañas no dejando comida destapada, ni platos sucios.
Advertirás que la exquisitez de usar sábanas y toallas limpias requiere de un mínimo esfuerzo semanal; lo mismo vale para todas tus prendas de vestir, los cepillos y peines para el cabello.

No seas perezosa, aborda cada oficio con la certeza de que te aportará beneficios tangibles e inmateriales.
Sonríe al día naciente, solázate en ser espectadora de la creación, que no mengua, pues es fábrica de sorpresas del ahora, para siempre. Para facilitarte el éxtasis, tengo para ti, colgada del árbol de mango que tiene tu misma edad y de la ventana que inunda de luz y brisa la cocina, una hamaca con olor a naturaleza intacta, permítete su abrazo, en él constatarás que jamás dejarás de sentirte en mi regazo.

En mi escritorio, en el cajón superior derecho (las llaves están colgadas en el tablero de lo pendiente) están todas las obras que escribí desde que sentí tu palpitar en mi vientre y mi espíritu comenzó a maquinar cómo serías en cada etapa de tu crecimiento. Si algún día tienes tiempo, o deseos de leerlas, podrás hacerlo con comodidad, pues están digitadas en computadora, con formato RTF, debidamente corregidas. Son veinte años de creación desinteresada, porque el que escribe pensando en que tal vez ganará algún premio, no lega espíritu: En todas está mi alma niña, que reclama un sitio seguro dónde seguir creciendo, dónde edificarte otro hogar, partiendo de otras premisas que nada tiene que ver con muros, porque, ten siempre presente: soy tu maestra, quizá en alguna época querrás ser mi alumna.

Con un amor que sólo una palabra puede describir:

Tu mamá






No hay comentarios:

Publicar un comentario