EL SIMULACRO PREVALECE EN LAS MARCHAS
Mi columna
publicada el 13 de febrero de 2008
Entre los
intelectuales alquilados, los revolucionarios hipócritas, los políticos
fariseos, y el colectivo en pleno. Es que es fácil denostar de todo y de todos,
crucificar al caído (así no esté plenamente comprobado su delito), dar muestras
de indignación ante los yerros ajenos, soslayando el espejo que nos muestra el
verdadero rostro que ocultamos tras la máscara de ciudadanos ‘decentes’.
Aquí cabe
introducir un trozo de alguna estrofa del tango “Cambalache”, y si usted lo ha
adoptado como su himno del alma, pues cántelo ahora, para paliar en algo la
indignación que le causa la lectura de esta nota.
Fue fácil
marchar en contra de las Farc, fue lícito, necesario, edificante y aplastante,
el planeta se enteró que poseemos alma y dignidad, que somos una nación
esforzada en el diario ejercicio del trabajo y del placer (no podemos negar que
buscamos por doquier la diversión, y ni quién lo condene, pues es sano para la
psiquis) y vibramos a una escala cósmica y al unísono, fuimos uno.
Ahora nos
convocan para que hagamos lo mismo el próximo mes, pero en contra de los
paramilitares, y no he escuchado sobre esta citación la exhaustiva difusión por
radio y televisión que nos aplicaron minuto a minuto, hora a hora, día a día,
hasta que nos inocularon la necesidad de manifestarnos como pueblo respetable y
soberano.
No me atrevo
a hacer suposiciones por pura hipocresía, no quiero quitarme la máscara por el
mismo miedo que domina al colectivo nacional, pero puedo introducirme en el
tema con lentitud extrema para no causar (me) daño.
Tal vez aún
vivamos bajo la dominación de ellos pero no lo reconocemos en público, tal vez
sea necesario existir bajo la opresión de algo o alguien –así están edificadas
las civilizaciones, así fue concebido el Contrato Social, así caminan derecho
todas las naciones- necesitamos el castigo para comportarnos adecuadamente con
las circunstancias, esto ya lo dijo de otra manera José Ortega y Gasset: “El
hombre es él, más sus circunstancias”.
Tendremos
que estudiar algunas corrientes filosóficas para entender el momento histórico
por el que navegamos, creo que podremos empezar por el Determinismo Geográfico,
que es algo tan simple como asegurar que los ríos son la principal causa del
origen y desarrollo de las civilizaciones; actualmente lo bautizaron como
Geopolítica.
La República
de Colombia se rige por una Constitución Política, en la de 1991, en el
Capítulo 4, Artículo 101, habla del
Territorio que comprende también, el
subsuelo, el mar territorial, la zona contigua, la plataforma continental, la
zona económica, el espacio aéreo, el segmento de la órbita geoestacionaria, el
espectro electromagnético, y el espacio donde actúa, de conformidad con el
Derecho Internacional o con las leyes colombianas a falta de normas
internacionales. Noto dos inexactitudes que podrían acarrear problemas
geopolíticos: Primera: habla de un (1) mar y posee dos(2). Segunda: el espacio
donde actúa no está establecido en términos de kilómetros cuadrados, y no
menciona los países limítrofes. Este
tema lo manejan expertos que el gobierno no consulta, están de embajadores en
otros países, por tanto, no saben, no responden.
Entonces, si
en términos geopolíticos internacionales no tenemos un territorio físico
predeterminado ¿qué podremos decir de los territorios internos usufructuados
por agrupaciones con ejércitos particulares
que manejan el suelo patrio como distritos privados, que tienen sus
propias leyes y unas metas más definidas que las del mismo Gobierno legalmente
establecido?
Creo que
dejaremos la charla en suspenso, asegurando que Colombia es una Federación:
Unión de diversos Estados Particulares que tienen en común ciertos servicios y
funciones y una autoridad central superior, y tal vez podríamos optar por
actuar y pensar como en la antigua Grecia, donde se formaron Federaciones de
Estados para defenderse de los invasores.
@yastao
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