“El
gran paso para que se produzca el tránsito desde el estado primitivo a la
civilización es precisamente que el individuo salga de su retraimiento y se
relacione amistosamente con los que no pertenecen a su clan”.
José
Manuel Reverte
La guerra es, desde remotas épocas, el
procedimiento que pone en juego el hombre primitivo para solventar las disputas
que surgen entre grupos por un territorio.
Se habla de un instinto de ferocidad
inherente a la humanidad, que explicaría los combates y la guerra, pero tal vez
debamos pensar en una educación guerrera inducida por la necesidad de defensa.
El hombre se siente atraído por la
guerra. La guerra es un procedimiento para distinguirse en una colectividad que
otorga al guerrero toda clase de prerrogativas y honores. Las mujeres, además,
prefieren a los hombres que dan pruebas de ferocidad salvaje, se sienten
protegidas del asedio de otras bestias.
La guerra ha influido en gran manera en
las costumbres de la humanidad, con la captura de mujeres desapareció el
matriarcado como forma familiar y se pasó al patriarcado, dentro del cual el
varón se convirtió en centro y cabeza de
la familia.
En Colombia, en las dos últimas
décadas, tal vez precisamente por la guerra, las mujeres cabeza de familia
imperan, por tanto, estamos a las puertas de una nueva organización de la
familia.
La guerra ha favorecido la exogamia, es
decir, el matrimonio fuera del grupo. Entonces, la mujer se convirtió en factor
de progreso al introducir nuevas costumbres; pues las mujeres, tradicionalmente
dedicadas a la agricultura, aportaron el conocimiento de nuevos métodos en
grupos humanos más atrasados. De modo que la mujer, que provoca guerras,
compensa con los bienes que aporta.
Además, la guerra es una forma de
distinguirse, los gobiernos llenan de distinciones al guerrero valeroso, que
vivo o muerto, llega vencedor del combate, es la salvaguardia del colectivo.
En casi todos los pueblos, los jóvenes
se endurecen con el espectáculo de la sangre vertida, del dolor y de la muerte.
Veamos un caso: los ‘kavirondos’ del este de África, montan sobre sus espaldas
los cadáveres de los enemigos muertos en el campo de batalla y los depositan en
la plaza del poblado; allí destrozan meticulosamente los cuerpos de los muertos
para endurecer los espíritus jóvenes a la vista de la sangre (cualquier
parecido con sucesos acaecidos en algunos pueblos colombianos no es
coincidencia, son ‘recursos’ aprendidos por las mentes que los dirigen).
El hombre primitivo considera a su
grupo como el centro de todos los pueblos. Ha de creer que su tribu es
superior a todas las restantes y estar convencido de que su manera de tratar
los problemas es la única válida y definitiva, sólo así se siente seguro... que
es lo que marca la pauta de la caterva que sigue a Álvaro Uribe Vélez.
Este etnocentrismo concentrado
exclusivamente en un grupo humano que sobre valora sus cualidades y forma de
vida, es causa primordial de guerra en
todas las épocas y en todas las civilizaciones.
“El gran paso para que se produzca el
tránsito desde el estado primitivo a la civilización es precisamente que el
individuo salga de su retraimiento y se relacione amistosamente con los que no
pertenecen a su clan”, fue lo que testificó José Manuel Reverte, y es
corroborado por la fundación de la más grande cooperativa del mundo occidental contemporáneo:
La Unión Europea.
@yastao
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