sábado, 7 de junio de 2014

EL SUEÑO DE LAS ESCALINATAS de Jorge Zalamea (Fragmento) ¡El Nuestro!

Hoy, 21/03/2015 Día Internacional de la poesía, honro la memoria de
Jorge Zalamea, el más grande poeta colombiano, orgullo tuyo, mío ¡El nuestro!

Sus ideas, sus torrentes de consignas vertidas en poesía para la eternidad, han sido 'tomadas' y usadas por algunos escritores colombianos universales: Gabriel García Márquez, William Ospina, Fernando Vallejo ¡Ninguno lo cita como fuente! Lo mismo hicieron y hacen los políticos que ahora nos tienen sitiado el libre albedrío poniéndonos a elegir al 'Tin-Marín' porque sus 'ideales' son los mismos.

"Que cada palabra mía fuese ahora como piedra de cien filos: llave inmisericorde que abra y destroce todo corazón. O como dentellada de lobo que tiene prisa por llegar a las vísceras palpitantes de su presa. Pues mi propia pobre entraña está llagada y desnuda viendo llegar a las escalinatas la delegación de mi pueblo: mis hermanos, mi más inmediata semejanza.

Helos ahí, entre taciturnos y atónitos; doblegados bajo la lluvia de su propia sangre y con el guijarro de un “¿por qué?” en la garganta.

Entenados de una despótica familia de próceres; libertos de una vanidosa casta feudal; hijos putativos de las cadenas; ahijados de sus propios explotadores; pupilos de los grandes empresarios; mesnada de los advertidos filántropos del paternalismo; catecúmenos de la iglesia cesárea; hombres de leva bajo las banderas de la demagogia; hombres de presa bajo los uniformes del poder; hombres de pena bajo los grandes cuadros estadísticos que registran la proliferación cancerosa de los valores bursátiles. 

La resaca de remotas perversiones llegó e hinchió, como ponzoñosa esponja, el corazón de toda aquella casta codiciosa y paternalista. La cruz gamada volteó en el espacio y siendo ya signo de infamia en los países liberados, se trocó en ídolo devorador en la tierra colombiana, mi dulce y tremenda tierra. Para enrodar a los humildes y corroborar a los poderosos.

La concupiscencia del poder, primero; la codicia luego, engendraron la crueldad y abonaron el crimen. Una y otro abortaron ese feto: el terror. Burundún-Burundá enseñoreado de siervos y patronos.

A espaldas del tartamudo locuaz, del vaquero venido a más cuando se consagró matarife, del sordo a lo que no fuera reteñir de monedas y de la bestia militar que tuvo tantas estrellas como pezuñas —a espaldas del multifacético Burundún—, los especuladores del platino, del petróleo, del café, del hierro, del uranio y del mismo cielo azul hicieron de la sangrienta titeretada su agosto, ofreciendo como diversión a la agonía de un pueblo la alharaca de los engreídos cubileteros de la libertad condicionada y de la democracia de papel.

Pero ya están aquí las víctimas, con nosotros, sobre las escalinatas. Y tienen voz y voto y veto en nuestro pleito.

¡Crece, crece la audiencia!"

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