lunes, 1 de diciembre de 2014

DIÁLOGO ENTRE TÚ Y EL NIÑO QUE TE HABITA



Hombre:       Tú eres pleno, sabes lo que quieres.
Niño:               No creas, lo que uso es el tiempo.
Hombre:          De qué manera.
Niño:               Sólo existe este.
Niño:               No te acerques tanto.
Hombre:          Te necesito para sentir que existo.
Niño:               Esa necesidad es la que debes abolir.
Hombre:          Moriría de tristeza.
Niño:               No lo digas, no lo pienses.
Hombre:          Si dejo de pensar, te irás sin despedirte.
Niño:               Una parte de mí siempre estará en ti, porque es independiente de mí.
Hombre:          Habitar en esta casa sin los sonidos emitidos por otros es difícil, causa un dolor lento, duele el espíritu.
Niño:               Tal vez por eso te has convertido en una fábrica de menesteres.
Hombre:           Tengo que usar herramientas para sentir que soy homo sapiens, además          generan ruidos.
Niño:               Prueba a no usarlas, sólo por hoy, para ver qué te puede suceder en un mundo sin sonidos.
Hombre:          No es posible, sólo los sordos de nacimiento lo conocen, pero no pueden describirlo a un audible.
Niño:               No hay peor sordo que el que no quiere escuchar.
Hombre:          Usas y abusas del refranero popular, me parece.
Niño:               En el refranero está resguardado todo el conocimiento recopilado en siglos de experiencias humanas.
Niño:               Mi madre siempre me resguarda de todos los peligros, aleja de mi lado al resto de humanos, de esos que aún tienen concentrada la maldad en cada centímetro de su esencia, todavía no han llegado a ser adultos educados para mentir.
Hombre:          Me parece que tu presente es placentero, lo percibo en la forma en que te vistes, te comportas y  expresas.
Niño:                          Sí, tengo todo lo que necesito cuando lo pido, a veces ni siquiera tengo que pedirlo, hasta me adivinan los anhelos.
Hombre:          Cuando tenía tu edad siempre estaba solo, jugaba encerrado en una casa, lejos de los demás niños que se reían de mi pobreza, y para completar, mi madre me sacaba a verlos jugar,  me ponían apodos, se mofaban de todo lo que hacía y decía.
Niño:                          Me encanta liderar todos los juegos, y lo mejor es que me lo permiten, prácticamente me suplican que lo sea.
Hombre:          Jamás seré un líder, ello traería demasiadas responsabilidades, no me quedaría tiempo para dialogar abiertamente contigo.
Niño:               Entonces no te quejes... ¡tú no deseas crecer!
Niño:               Me estás apretando la mano demasiado, con suavidad me podrías maniobrar mejor.
Hombre:          Es que jamás me enseñaron a volar cometas (barriletes).
Niño:               Poseo una colección, tengo: aves, aviones, barcos, submarinos, dinosaurios, rostros de monstruos y de bellezas, palacios flotantes con personajes perfectamente trajeados.
Hombre:          Me estás haciendo daño, tanta maravilla junta me produce envidia, y por ella los humanos hasta asesinan.
Niño:               No me preocupo, contigo soy uno, eres como un apéndice de mi versatilidad
Hombre:          El tiempo está cambiando, las condiciones atmosféricas  son propicias para que emprendamos el viaje, agárrame del dedo índice, no permitas que te señale ningún camino, sólo andemos.
@yastao






No hay comentarios:

Publicar un comentario