Como las
tradiciones nos conducen y someten a la repetición para que el círculo
nos circunde, te someto, me someto a la circunstancia que es tu
encarnación.
Llevo lustros diciéndote lo mismo y nada ha cambiado,
entonces repito: si es posible, pido que
intercedas ante el Padre para que surta con algunos requerimientos que induzcan a los
hombres a que:
No depreden, no roben, no maten, no violen, no calumnien,
no mientan, no torturen, no humillen, no
ostenten; porque: depredando arruinan a la Creación;
robando usufructúan lo que no les corresponde; matando son inferiores a las
bestias; violando le hacen daño al recipiente del espíritu; calumniando sacan a
la luz sus inenarrables deseos; mintiendo asesinan la inocencia; torturando
distribuyen los suplicios del averno a los inocentes; humillando mancillan el
alma, que es siempre niña; ostentando propician el peor de los males: la
envidia.
Líbranos de la unanimidad pidiendo paz con metralleta en
mano; del incremento de los hombres armados; de las industrias homicidas; de
los traficantes de armas; de la conjura de los poderosos; del hombre que posa
de humilde intelectual para disfrazar sus intenciones; de los adiestradores en
el arte de suprimir personas; de las eyaculaciones oratorias.
Transmuta el alma del humano, para que
asuma que la violencia así sea
oficialmente programada, es vil, absurda y bestial.
Destruye, con la Palabra,
que es poder total, todas las herramientas que sirvan para hacer la
guerra.
Que nadie se atreva a apropiarse del cuerpo con alma de
alguien, que convierte en mercadería, para conseguir objetos materiales que
jamás se podrá llevar al infierno.
@yastao
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