Desde mi cocina
Por Silvia Betancourt Alliegro
EFECTO BUMERANG
El comercio con el
conocimiento son los padres del terrorismo, trataré de explicar esta afirmación,
más que todo para quitarme del espíritu un peso que no puedo erradicar.
Allá por los años setenta,
el físico norteamericano, Theodore B. Taylor, a cuya mente se deben muchos
inventos en materia de bombas atómicas; en una entrevista concedida a El New
Yorker, citó ciertos manuales que podían ser de utilidad para un individuo
dispuesto a fabricar una bomba atómica, y de manera especial, un manual
publicado por la Comisión
de Energía Atómica norteamericana: The Efects of Nuclear Weapons , y de esas
fuentes todos los subversivos bebieron y se enteraron de que partiendo del
uranio 235 es posible fabricar una bomba con un peso de 100 kilos, cuyos
efectos serían al equivalente a 500 kilos de explosivo común (TNT).
Aseguró Taylor, hace más de
treinta y ocho años, que para la fabricación de una bomba atómica sólo se
necesita un garaje, y todo el material puede adquirirse mediante llamadas
telefónicas a empresas que se encuentran en el directorio telefónico de Nueva
York
El mencionado físico
norteamericano recomienda públicamente dos libros en los cuales se suministra
todo tipo de información, hasta las direcciones donde pueden comprarse algunos
materiales.
El seis de agosto de 1945
los Estados Unidos demostraron cómo se tenía que operar para obtener éxito
lanzando sobre ciudades habitadas la bomba atómica: primero tenía que fabricar
dos o tres bombas; la primera para demostrar, haciéndola explotar, que se
encontraba sin lugar a dudas en posesión de otras, que harían explotar en caso
de que no se cumplieran sus exigencias, y efectivamente, la primera cayó sobre
Hiroshima y tres días después lanzaron la segunda en Nagasaki, Japón no esperó la tercera, al
sexto día se rindió.
Menos mal que los
terroristas de cualquier nacionalidad aún utilizan explosiones rudimentarias
para exterminar a pequeños núcleos de población, es posible que aún no tengan
definidas sus prioridades, o no quieran mostrar todas sus cartas en cuanto a
las exigencias que harán al mundo en general, esto no es cuestión de
hemisferios físicos o religiosos, es algo arcano para alguien que no pertenezca
a las organizaciones que por ahora llamamos terroristas, pero la civilización a
la que atacan directo al corazón –es decir a sus centros financieros- fue la maestra que vendió -y vende- sus
conocimientos a cualquier cliente.
Los principales libros sobre
el tema de las bombas atómicas se han escrito en inglés, y por autores sajones,
resulta imposible impedir que las empresas editoriales los editen y vendan, y
que además los mortales comunes los fotocopien; es que en más o menos ochenta
días un ingeniero es capaz de leer y
sacar toda la información para producir lo que sea y para lo que sea. A
mediados de la década de los setenta, no poseo la fecha exacta, los
‘terroristas’ atacaron la sede el Guinnes Book of Records, obra subvencionada
por la cerveza “Guinnes”, y quizás la más británica de las instituciones.
Para concluir, cito una
frase sacada del libro de Félix Greene, El Enemigo: “En Occidente hoy día el
combatiente no necesita esperar el momento en que lo lancen en paracaídas, se
encuentra desde su nacimiento en el territorio enemigo”.
El arma que usan es
perfecta: la psiquis de jóvenes que no quieren llegar a adultos… y nuestra Historia patria entroniza como héroe a Ricaurte en San Mateo… un kamikaze.
@yastao
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