jueves, 5 de septiembre de 2013

EFECTO BUMERANG



Desde mi cocina
Por Silvia Betancourt Alliegro

EFECTO BUMERANG 

El comercio con el conocimiento son los padres del terrorismo, trataré de explicar esta afirmación, más que todo para quitarme del espíritu un peso que no puedo erradicar.

Allá por los años setenta, el físico norteamericano, Theodore B. Taylor, a cuya mente se deben muchos inventos en materia de bombas atómicas; en una entrevista concedida a El New Yorker, citó ciertos manuales que podían ser de utilidad para un individuo dispuesto a fabricar una bomba atómica, y de manera especial, un manual publicado por la Comisión de Energía Atómica norteamericana: The Efects of Nuclear Weapons , y de esas fuentes todos los subversivos bebieron y se enteraron de que partiendo del uranio 235 es posible fabricar una bomba con un peso de 100 kilos, cuyos efectos serían al equivalente a 500 kilos de explosivo común (TNT).

Aseguró Taylor, hace más de treinta y ocho años, que para la fabricación de una bomba atómica sólo se necesita un garaje, y todo el material puede adquirirse mediante llamadas telefónicas a empresas que se encuentran en el directorio telefónico de Nueva York

El mencionado físico norteamericano recomienda públicamente dos libros en los cuales se suministra todo tipo de información, hasta las direcciones donde pueden comprarse algunos materiales.

El seis de agosto de 1945 los Estados Unidos demostraron cómo se tenía que operar para obtener éxito lanzando sobre ciudades habitadas la bomba atómica: primero tenía que fabricar dos o tres bombas; la primera para demostrar, haciéndola explotar, que se encontraba sin lugar a dudas en posesión de otras, que harían explotar en caso de que no se cumplieran sus exigencias, y efectivamente, la primera cayó sobre Hiroshima y tres días después lanzaron la segunda  en Nagasaki, Japón no esperó la tercera, al sexto día se rindió.

Menos mal que los terroristas de cualquier nacionalidad aún utilizan explosiones rudimentarias para exterminar a pequeños núcleos de población, es posible que aún no tengan definidas sus prioridades, o no quieran mostrar todas sus cartas en cuanto a las exigencias que harán al mundo en general, esto no es cuestión de hemisferios físicos o religiosos, es algo arcano para alguien que no pertenezca a las organizaciones que por ahora llamamos terroristas, pero la civilización a la que atacan directo al corazón –es decir a sus centros financieros-  fue la maestra que vendió -y vende- sus conocimientos a cualquier cliente.

Los principales libros sobre el tema de las bombas atómicas se han escrito en inglés, y por autores sajones, resulta imposible impedir que las empresas editoriales los editen y vendan, y que además los mortales comunes los fotocopien; es que en más o menos ochenta días un ingeniero  es capaz de leer y sacar toda la información para producir lo que sea y para lo que sea. A mediados de la década de los setenta, no poseo la fecha exacta, los ‘terroristas’ atacaron la sede el Guinnes Book of Records, obra subvencionada por la cerveza “Guinnes”, y quizás la más británica de las instituciones.

Para concluir, cito una frase sacada del libro de Félix Greene, El Enemigo: “En Occidente hoy día el combatiente no necesita esperar el momento en que lo lancen en paracaídas, se encuentra desde su nacimiento en el territorio enemigo”.
El arma que usan es perfecta: la psiquis de jóvenes que no quieren llegar a adultos… y nuestra Historia patria entroniza como héroe a Ricaurte en San Mateo… un kamikaze.
@yastao

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