lunes, 2 de septiembre de 2013

HERMENÉUTICA DE ECLESIASTÉS Presentación del libro de Demis Montero



HERMENÉUTICA DE ECLESIASTÉS
Presentación del libro de Demis Montero
Por Silvia Betancourt Alliegro

Demis Montero obsequia a la humanidad este segundo libro que ocupó diez años de su vida en la tierra.

Su subtítulo: Explica la estructura de la sabiduría humana”, y asegura, en la Motivación, que ha escrito este volumen, que consta de 529 páginas, “Sin otro motivo que el de reconocer la honestidad de Dios al hablar de la sabiduría humana”.


Salomón se hizo famoso por sus trabajos literarios. Escribió 3.000 proverbios, 105 cantos, obras científicas de botánica y zoología. Escribió 3 de los libros de La Biblia: Proverbios, Eclesiastés y Cantares.

La época de David y Salomón fue la Edad de Oro de la historia hebrea.
David era guerrero, Salomón era constructor.
David fundó el reino, Salomón hizo el templo-

En el resto del mundo, era la Edad de Homero (el comienzo de la historia griega).

Egipto, Asiria y Babilonia en aquella época eran débiles. Israel era el reino más  poderoso del mundo conocido, Jerusalén la ciudad más magnífica, y el templo, el edificio más costoso y más espléndido del mundo.


Vanidad de vanidades, todo es vanidad

Palabras de Salomón, que en tranquila seguridad sobre el trono que David había erigido, en medio de riquezas, honores, esplendor y poder más allá de cualquier sueño, viviendo en un lujo fabuloso, a quien todos creyeron feliz, acuñó su refrán incesante todo es vanidad, y el libro  deja la impresión de que Salomón no era feliz. La palabra vanidad aparece 37 veces.

Y me remito de nuevo a la motivación del autor del libro magnífico que hoy nos congrega, cuando el doctor Demis Montero, con sabia humildad nos dice:
“He escrito este volumen para contribuir un poco con el desarrollo del Cuerpo de Cristo, sin otro motivo  que el de reconocer la honestidad de Dios al hablar de la sabiduría humana”.

Dios dio a Salomón sabiduría y una oportunidad jamás igualada, de observar y explorar cada aspecto de la vida terrenal, y después de mucha investigación y experimento, Salomón llegó a la conclusión de que, en términos generales, la humanidad halla poca verdadera felicidad en la vida.

En cierta manera, el libro Eclesiastés viene  a ser un clamor humano en demanda de un Salvador.
Con la venida de Cristo, la vanidad de la vida desapareció, y la palabra vanidad fue sustituida por gozo, con ella arranca el Nuevo Testamento, que es la historia de una nación en treinta y nueve libros.


Desde la página 27, el autor dictamina una verdad incontrovertible:
“ Es notable como este hombre (Salomón) inició el discurso con un término hebreo (Palabras del) que exalta el conocimiento,  el alarde  del saber; la demanda del orgullo de la sabiduría humana, al declarar que SABE verdaderamente, lo cual no es extraño en los descendientes de Adán, puesto que comparten la misma naturaleza caída”, y continúa:

“Si se analizan las conversaciones del Mundo Moderno, con la óptica expuesta anteriormente,  notarán que la raza humana tiene la tendencia natural de exhibir, vanagloriarse y hacer alarde del conocimiento personal, cada uno a su manera, en su propio estilo”.

Salomón, cuando era joven, tenía un anhelo ardiente de conocimiento y sabiduría. Llegó a ser el prodigio literario del siglo.
Nacido de Betsabé a quien David no tenía derecho, y sin ser el heredero de más fuerza en la línea de sucesión, sin embargo, fue escogido por David, y aprobado por Dios, como sucesor al trono.

Heredó de su padre el trono del reino más poderoso de su época. Fue una era de paz y prosperidad. Salomón tuvo grandes empresas comerciales, y se hizo famoso por sus trabajos literarios.

Se dedicó a gigantescas obras públicas. Hizo un tratado con el rey de Tiro para utilizar su flota en el Mediterráneo y controlar el comercio del occidente. Tenía una flota en Ezion- geber,  y con ella dominó la ruta comercial del sur a través de Edom hasta las costas de Arabia, India y África.
Formó su imperio no por conquista militar sino mediante el comercio pacífico.

Nota arqueológica: Ezion-geber se hallaba al extremo oriental del Golfo de Akaba en el Mar Rojo. Sus ruinas han sido identificadas, y fueron excavadas entre 1938 y 1939, por el Dr. Nelson Glueck, de la Escuela Norteamericana de Investigaciones Orientales. Halló las ruinas de las fundiciones de Salomón; hornos, crisoles y refinerías; también depósitos de mineral de hierro y cobre, del que se elaboraban trastos, clavos, cabezas de lanza, y anzuelos para pescar, que se exportaban a cambio de marfil y oro.

La gloria de Salomón fue empañada por sus matrimonios con mujeres idólatras.
Tuvo 700 esposas y 300 concubinas. Para ellas, levantó altares paganos al lado del Templo de Dios. De esta manera, la idolatría que David abolió con gran esfuerzo, se restableció en palacio, y llevó a su final la época gloriosa iniciada por David, y puso a la nación en el camino de la destrucción; el ocaso de la Edad de Oro de Israel. Imaginen ustedes la experiencia que acumuló tratando íntimamente a 1000 mujeres... la experiencia de Salomón fue tan enorme que nunca jamás habrá otro hombre que la pueda igualar.


La Apostasía insensata de la vejez de Salomón es uno de los espectáculos más lastimeros de las escrituras bíblicas.

Quizás Dios haya querido que el relato sirva de ejemplo de lo que el lujo y el placer interminables pueden hacer hasta del mejor de los hombres.

El reino había durado 120 años, se dividió después de la muerte de Salomón, la secesión de las diez tribus de Israel fue por orden de Jehová dios, como castigo por la apostasía de Salomón y como lección para Judá.


Se dice que la renta anual y las reservas de oro de Salomón eran enormes; escudos de oro, broqueles de oro, todos los vasos de su palacio, el trono de marfil recubierto de oro. Cinco años después de su muerte, Sisac, rey de Egipto, se llevó todas sus riquezas. (En 1939 la momia de Sisac fue hallada en Tanis, Egipto, en un sarcófago cubierto de oro; quizás parte del mismo de Salomón.


Me conmueve al acto de humildad de Demis Montero, al omitir su apellido de la portada del libro, es Demis M, sin más, un pasajero de los tiempos. Pido para él un atronador aplauso, de pie.

Silvia Betancourt Alliegro


1 comentario:

  1. Bonita presentación para un libro que ha de ser interesante y valiosa la cita tan aplicable a la vida moderna: "Vanidad de vanidades, todo es vanidad"
    Gracias Silvia por este nuevo regalo.
    @luisfo1951 en Twitter

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