LAS BARRAS POSESAS
Por Silvia Betancourt
Alliegro
El fútbol es parte vital de las
finanzas planetarias; los hombres jóvenes, fuertes, decididos y disciplinados
son arquetipos de lo que, se supone, se
apropiarán los asistentes a los estadios, que sueñan con ganar millones de US$ por patear.
El hombre que puede pagar la
boleta se cree superior a los que escuchan la justa por la radio, o la ven por
televisión; y actúa de acuerdo a sus “principios”: ataca a los seres que
ostentan la divisa contraria que están ubicados en la misma gradería, sin
ninguna vergüenza, asistido por el anonimato y
por sus compañeros de divisa.
Un locutor emite; “Pero los
nuestros, que ya no tenían nada que perder, se lanzaron locamente al ataque,
ardiendo de coraje, hicieron toda clase de proezas. El estado físico de los
muchachos no dejaba nada que desear, bajaban y subían incesantemente, y Coll,
como un jefe guerrillero, (¡!) creaba peligro con cada uno de sus pasos”.
¿Quién podrá establecer
cláusulas para que los cronistas radiales se ajusten a ellas? ¿El tono de la
voz, aunado a los verbos utilizados como proyectiles a la audiencia, son los
adecuados para esos momentos de efervescencia? ¿Se debe prohibir la entrada de
la hinchada con radios portátiles y celulares? Y los estandartes que los
aglutinan, y por los cuales se pelean, que han sido y serán elementos de las
guerras formales ¿Podrán prohibirse?
Después de graves
enfrentamientos dentro de los estadios, en las calles y plazas, que han dejado víctimas en ciudades
colombianas, el gobierno envía la fuerza pública en manada a los estadios de
fútbol, y eso representa un gasto adicional para mantener el orden público;
porque además de que tiene que mantener tropa en cada lugar poblado, ahora
tendrá que aumentar el pie de fuerza para contener a las hordas que esgrimen
¡el amor a un equipo de fútbol! como pretexto para agredir con intenciones
asesinas a todo el que luzca ¡un color!
diferente.
Las medidas tendrían que ser
extremas, quizás sería bueno que estuvieran separadas: los unos en oriental,
los otros en occidental; a esto dirán los que se benefician con la venta de
boletería, que no les interesa porque el llamado a la guerra es lo que llena
las instalaciones y sus bolsillos.
Y además, el problema se
trasladaría del todo a las calles adyacentes a esas infraestructuras, es lo
secuencial, pero que también puede ser reglamentado por las mentes inteligentes
y entrenadas para los efectos, que saben de estrategias para la guerra y están
al servicio del Estado –y por tanto, para salvaguardar las vidas y bienes de
los ciudadanos.
@yastao
Bien lejos están los años en que íbamos a un clásico y sn importar el resultado salíamos del Estadio todos por la misma puerta y nos tomábamos unas cervezas mezclado los hinchas de ambos equipos comentando el partido..
ResponderEliminarLastimosamente las nuevas generaciones nos han alejado de los estadios dejándonos un interrogante: ¿Qué se ha hecho mal para que la juventud sea tan violenta e intolerante? Un interrogante complejo que nos llevaría al análisis de los procesos formativos así como el mundo que le toca enfrentar a nuestra juventud.
@luisfo1951 en Twitter