Desde mi cocina
Por Silvia
Betancourt Alliegro
LOS EVENTOS DEL ABSOLUTISMO
“No hay hombre grande para su médico”
Refranero
Popular
Anonadada y atemorizada por el embrollo
entre los poderes que nos rigen constitucionalmente, he llevado a cabo un
sondeo de opinión entre los más conspicuos intelectuales de mi país
representados por destacados columnistas que he leído todo el fin de semana, y
los ciudadanos que hacen fila para pagar los servicios públicos, los impuestos
y la cuenta del mermado mercado.
Tal como veo las cosas, es probable que
estemos a las puertas de una guerra civil, por la irresponsabilidad de los hombres
de carácter que están a cargo del manejo de la nación; nos creíamos a salvo de
las querellas que iniciaron la horrenda matanza de seis décadas –que persiste
agazapada -, pero el maligno esperaba encubierto para hacer presa de los
hombres que manejan nuestros destinos. Es que no es posible que el ochenta por
ciento de la población corriente pueda entender lo que alega el veinte por
ciento erudito.
Por fuerza, tenemos que recurrir a la
historia de la humanidad para entender y tratar de sortear este nefasto choque
entre el Ejecutivo y el Judicial que nos podría arrojar al abismo de la
tiranía, ponga por caso el pensamiento de Charles de Gaulle, que manifestó:
“Frente al acontecimiento, el hombre de
carácter recurre a sí mismo. Mucho mejor, abraza la acción con el orgullo del
amo, pues se mete en ella es suya (...) Los subordinados lo experimentan y, a
veces, se lamentan de ello. La confianza de los pequeños exalta al hombre de
carácter, pues ha nacido protector, se le devuelve en estimación lo que él
ofrece en seguridad.
El privilegio del dominio, el derecho
de dar órdenes, el orgullo de ser obedecido, las mil consideraciones, respetos
y prerrogativas que rodean el poder, ¿por qué habrían de ser gratuitos?”.
Ahora nos toca a nosotros, los pequeños,
hacer de jueces, porque si nos llaman a que nos manifestemos en un plebiscito,
también tenemos el derecho de hacer un raciocinio: Por la noche, los niños de
mi tiempo teníamos miedo de las brujas, el duende y la llorona, intimidados por
las narraciones que nos hacía algún adulto, nos apretujábamos alrededor del mismo adulto que nos intimidaba
para darnos protección y seguridad. Pero a la luz de la realidad de la Historia, no existen ni
pequeños ni mayores, sólo hombres con sus diversas competencias que no les
autorizan en absoluto a valerse del contraste entre la luz y las sombras para
asegurarse un predominio moral.
Bajo formas antiguas, corrompidas, el
fenómeno de la Autoridad
degenera en un ceremonial mágico; esto lo sabe muy bien el psiquiatra de la
patria, y el publicista oficial, que induce a que todos aceptemos la imagen
paterna, y sus juegos de prestidigitación exigen que el espectador esté algo
paralizado e intimidado, por tanto, la proyección constante de la imagen del
Hombre Fuerte en fotografías y apariciones en televisión desarrolla una fuerza
hipnótica.
El peligro está en que los que poseen
fuerza o poder tienden, en todo momento y en todo lugar, a ponerse la máscara
de la Autoridad
para dejarla confirmada. Su dominio resulta ser entonces más fuerte y
pernicioso, puesto que escapa en gran parte a la consciencia crítica. Es así
como pasa del ámbito político al ámbito emocional, es decir, psicoafectivo, con
todos los riegos que implica un desliz semejante para todos nosotros afectados
en espíritu por los espantosos crímenes que nos acompañan a lo largo de la
existencia en cuerpo de ciudadanos colombianos.
En manos de quienes somos conscientes de la situación que describes está la posibilidad de comenzar el cambio. Ese 80% tiene que llegar a ser consciente de su poder si derrota al abstencionismo en las urnas y vota con madurez política por aquellos candidatos que tengan la mejor propuesta para la Patria. Es una labor que tenemos que ejecutar día a día, sin importar que tan cerca o lejos esté la próxima elección, tanto en las redes sociales como en nuestro entorno.
ResponderEliminarPor fortuna, en buena medida el terreno está abonado. La gente del común está cada vez mejor informada y tiende a ser más analítica. También es un buen abono para ese terreno el hastío que siente el elector raso ante los abusos de una clase política nauseabunda que hace alarde de sus actos de corrupción de una forma cada vez más cínica.
Pienso que serán cada vez menos los que cambien su voto por un tamal, una camiseta publicitaria o una foto con el cínico de turno que viene a mendigar ese voto.
@luisfo1951 en Twitter