Hay que tener más de cuarenta
años para saber plenamente lo que significaron los telegramas en la vida
cotidiana de los terrícolas.
Para que usted joven dinámico-
digital, sepa de qué hablo, trataré de relatarle qué eran, para qué servían, cómo
se redactaban, cómo se enviaban y cómo se recibían.
1.
Eran mensajes breves por el costo que tenía cada letra.
2.
Servían para enviar datos o noticias urgentes dentro y
fuera del país, llegaban en cuestión de horas.
3.
Su redacción solía ocupar mucho tiempo, como ya saben
cada palabra tenía un precio, así que al eludir consonantes y puntuación
prácticamente eran entendidas únicamente por su destinatario, pongamos
ejemplos: ‘Llego esa viernes madre igual’; ‘M/Cía B/ventura’. ‘Amo siempre’.
4.
Para enviarlos había que trasladarse hasta el centro
de la ciudad y hacer fila frente a las oficinas de Telecom.
5.
Al recibirlos en casa se rasgaba con premura el sobre
y si era de algún familiar o del novio se leía cada palabra con lenta unción.
Si llegaba a la empresa lo dejaban en recepción y lo pasaban de inmediato a la
gerencia, sin abrirlo.
Hasta hace poco
conservé algunos que en su tiempo fueron motivo de alegría o tristeza, lástima
que los quemé, ahora podría enviárselos escaneados.
Ahora está Twitter
en plena efervescencia y calor, es la maravilla más deliciosa que me ha tocado
vivir, no llegué a imaginar que la realidad superara la ciencia- ficción leída
en mi juventud.
Para los ‘Adultos
Mayores’, que todos son mis coetáneos, recomiendo el ejercicio de ‘twittear’
(hay que anexarlo al diccionario) a diario y por mínimo una hora; notarán que
su memoria se vigoriza y que sus manos vuelan a la respuesta telegráfica ya
usada; las noticias serán recibidas minuto a minuto, tanto, que los noticieros
televisados o radiados pasan a un segundo plano en el horario cotidiano;
volvemos a ser parte de la humanidad activa y en pleno ejercicio de nuestras
facultades mentales, estoy por asegurar que es una vacuna contra el Alzheimer.
Compruébelo siguiéndome.
@yastao
Que delicia de nota mi querida Silvia. Durante aquellos años de la preadolescencia recuerdo cuando embelesado miraba a la telegrafista de Itagüí transmitir los telegramas en código morse. Era una bello pasatiempo que se arruinó con la posterior llegada del télex, un gran armatoste similar a una máquina de escribir con un aparatito más pequeño al lado en el cual había un disco similar al de un teléfono, que de repente empezaba a imprimir sin que nadie lo tocara, aparato en el cual en uno de mis primeros empleos tuve la oportunidad de "chatear", aunque en esa época no existía esa palabra, con alguien en Europa sobre determinado trámite. El télex permitía eso, en tiempo real, por allá en los años 70, mucho antes de la existencia de las redes sociales y todo la tecnología que hoy nos permite tener amigos como tú, a quienes en otra circunstancia nunca habríamos conocido. Gracias Silvia por esta deliciosa evocación.
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