sábado, 24 de agosto de 2013

LO QUE DEJASTE: Tu epistolario, Adriana (Novela)



Cartagena, octubre 15 de 1987





Recordada Elvira:

Estarás sorprendida de que te escriba, pero es casi una obsesión hacerlo, desde que fui a visitar a Adriana por motivo del nacimiento de su hija, a mí personalmente me quedaba más fácil llegar hasta la ciudad donde se ha refundido, que a cualquiera de los otros diez hermanos.

Llegué, la encontré hasta bonita para estar recién parida, la maternidad le ha quitado del todo ese aspecto de ave rapaz y capaz de ser inteligente, cosa que no se le perdona fácilmente a una mujer sin ancestros intelectualmente valiosos.

Tu sabes que el trabajo en el mar no es fácil, así que para mí es terrible movilizarme, es que  hasta  salir a pleno sol a coger un taxi, para mí es desagradable, sobre todo después de cumplir largas jornadas nocturnas; te comento que estoy teniendo molestias en los ojos causadas por el exceso de sol y de salitre.

Vuelvo a Adriana, sus condiciones de vida son deplorables, no te alcanzas a imaginar la pobreza y la soledad que la acompañan, para empezar, llegué y le pinté las paredes sin siquiera cemento, de carburo blanco, el piso de cemento, al menos no es de física tierra, lo pinté de verde pasto con vinilo, así que el ambiente mejoró al menos para ella, que ahora se conforma con poco, ¿recuerdas cuando vivía en Castillo Grande, en una casa amplia y preciosa,  sus vestidos eran enviados  a la lavandería,  no se acostaba dos veces sobre la misma sábana y  sólo tenía que mandar y recibir?.

No sé si añora esos tiempos o disfruta de este ambiente miserable.  Me parece que así es, he visto su andar de reina en sus predios, se le ve la placidez con que inventa una repisa para la cocina con una tabla recogida en la calle, se le ve feliz cocinando en una cocina pobre y mal surtida, se le ve tierna amamantando a su hija, metida en una camisa desechada por el padre de la criatura.

A propósito, ni siquiera pude conocerlo, la había dejado en compañía de un primo de él, para ir a Bogotá, no sé a qué, tampoco me interesó saberlo.

Te escribo ahora para que me des la dirección del Doctor Solaz, quiero comunicarme con él para hacerle algunas preguntas que tengo flotando entre ceja y ceja.

No te olvides de responderme por algún medio, mi número telefónico es el mismo de mi abuela, así que imagino lo tienes, apresúrate, no te distraigas en nada, escríbeme a como dé lugar.

Perdona los errores de mecanografía, no soy un experto.

Tu hermano que te quiere,

Antonio

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