Pasados muchos años, he sentido que el espíritu adormilado que sustenta mi linfa para poder er terrícola ha tenido un remezón, que prácticamente me obliga a seguir narrando, por tanto, aquí les mando:
DE
PATRONES
Esta
sorpresa lenta
ha
bifurcado
mis
proyecciones
conduciéndome
por espacios
De
ambivalencia
donde
ocasionalmente canto a las estrellas
grito
al vacío dejado por los cuerpos
y mi
angustia no ha claudicado
Ante
la perspectiva inmensa
que
representa el universo
refugiado
en ojos ventanas
alquilados
al sistema
Observo
y razono
haciéndome
interrogaciones
elementales
como:
¿Si
los sindicatos de mi país eran fuerza
categórica
para enmendar injusticias
por
qué no pensaron en los desempleados
en
ese entonces?
Y
ahora despedidos, humillados,
¡pero
solventes!
¿han
recapacitado y ayudan a los parados
de
entonces y de ahora?
Ellos
ya no pertenecen
a la
clase obrera
se
están organizando
en
un ejército de zánganos
Que
se congregan
para
jugar dominó
beber
cerveza
y
pagar hembras
Pero
mi angustia cesa
al
enterarme
de
que algunos se están convirtiendo
¡en
empresarios!
Van
a generar empleos
dignamente
remunerados
la
justicia social se acerca
y
está en manos de los antiguos esclavos
Me
zambullo en la vida cotidiana
y
encuentro decepciones
para
mis sueños
de
proletaria
Puesto
que en las oficinas que se ocupan
de
disputas entre patronos y trabajadores
ya
hay filas de despedidos injustamente
¡reclamando
sus derechos, a los antiguos sindicalistas!
Que
han contratado gente
sacándola
del sistema “corrupto”
que
algunos mártires combatieron hasta la muerte
¡para
que defiendan su plusvalía!
Que gran verdad. Me recuerdas aquellos años 60 cuando hablábamos de los revolucionarios de cafetería, aquellos que cuando llegaran a tener su título, su campo en la burocracia o su cuota de poder habrían de olvidarse de esos ideales que con ahínco defendían en la Universidad. Demasiados de esos ejemplos por desgracia.
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