YURUPARY, MÚSICA PARA LA ETERNIDAD (Ensayo)
Por
Silvia Betancourt Alliegro
INTRODUCCIÓN.-
Desde los estadios primarios de la cultura, el lenguaje se torna en el elemento
dinámico que establece el puente entre el hombre y la naturaleza, y que le
permite a él manejar las relaciones con ella e intervenirla.
Las
palabras, así como las mujeres, son los operadores naturales, cuando el verbo
es puro, cuando su predicación es mágicamente funcional.
Así es como, ante las relaciones planteadas frente a la realidad, el
lenguaje va configurando distintos tipos de respuestas, según las relaciones de
que se trate, que se constituyen en códigos, concebidos así por el carácter
de sus estructuras y por su operacionalidad sistemática.
Tales
códigos son tres: el articulado, el pictórico y el
musical, y la dirección que ellos toman dependen de su lugar, de su función
ante la realidad.
En
el código articulado, que no es propiamente una
invención, sino la generación procurada por los elementos de la naturaleza es
respondida por la cultura. Su origen es mimético en cuanto nace por imitación
de los sonidos naturales. Mediante ese proceso, las palabras- valores se van
abriendo paso para constituirse en palabras- símbolos.
En
el código musical, se nutre la forma literaria más abstracta, sensorial y
condensada de la literatura: la poesía.
OBJETIVOS.-
Objetivo General:
Tratar de evidenciar que toda creación poética depende de un punto de vista
musical, y se da en todas las épocas y culturas del mundo.
Objetivos
específicos: Empezando por el análisis del Canto de Yurupary para
posteriormente analizar la poesía escrita durante los años correspondientes a la Conquista española y a
la de la República, para dar un
cuerpo a lo planteado en el objetivo general.
JUSTIFICACIÓN.-
Los
humanos recurrimos a la música para muchas de las actividades cotidianas, ya
sean de carácter alegre o triste. En cierta forma, podemos asegurar que ‘somos
musicales’.
La
poesía, como unidad semántica, segmenta el discurso,
operando con base en la oración y las relaciones existentes entre una y otra
oración son distintas a las del discurso narrativo en la medida en que son
unidades con un grado mayor de
autonomía. Dicho de otra forma, la poesía es un discurso metafórico con una
tipología oracional autónoma. En efecto, tal autonomía se da en cuanto cada
verso –oración no es necesariamente precedente o sucedente del contiguo. En ese
orden de ideas, la estructura poética es la más ausente, la más
paradigmática, porque el valor de su
discurso es más asociativo que presente, más elíptico que lineal.
De
otro modo, la autonomía se expresa también cuando el verso encuentra
existencia y sentido propios, lo que es producto de una nueva constitución,
transgresora a la vez, dada por los fenómenos de la condensación, sustitución,
metáfora y desplazamiento, que hacen del poeta la entidad más cercana a la
omnipotencia.
De aquí resulta
que aun estando entre el mito y la música, la poesía no opere como asimilada a
uno de los dos; por el contrario, la proposición poética es
plurivalente, en oposición a la mitológica, porque, en efecto, el mito es
monovalente por cuanto no se interpreta, se acoge porque es dogma, revelación,
porque ocupa el lugar de la realidad misma. Justamente por ser nominador,
Creador.
En
cambio por su carácter, el nivel descriptivo y expresivo de la poesía puede ser
más amplio. Es más, por su alto poder sensitivo está en estrecha correlación
con la música.
MARCO
TEÓRICO.-
En
el código musical se nutre la forma literaria más
abstracta, sensorial y condensada de la literatura: la poesía. Veamos la
relación: en la génesis del signo musical, el hombre tiene que codificar
abstractamente los sonidos que va aislando y asignarles asociaciones
significativas de fundamento cultural, en oposición a la pintura, por ejemplo,
de fundamento natural.
Por
eso la música deviene en la estructura más compleja y acabada, porque no puede
dejar nada sin estructura, porque debe proceder a través de una gramática cuya
combinatoria se apoye en convenciones que posibiliten la realización del
mensaje a nivel sensitivo. Este nivel es el que lo va a caracterizar; y es
que la sensorialidad también es susceptible de codificar, de culturizar, pues
hay constantes, predisposiciones universales ante determinado tipo de estímulo.
El compositor no puede intentar romper la norma de expresar una sensación
lúgubre con tonos menores, o en caso inverso, una sensación eufórica que no
proceda del empleo de los tonos mayores. De modo que la codificación y la
realidad de una gramática musical están en la base de su naturaleza
lingüística.
Para Lévi-Strauss,
el código articulado en su nivel mitológico y el código musical (aunque de
naturaleza distinta) constituyen las dos estructuras más perfectas y acabadas;
esta perfección estructural será sincretizada
y conservada en la poesía, teniendo como clímax el soneto.
CONCLUSIONES.-
Simbólicamente, la
música se presenta en la leyenda con una dimensión poética, pero debido a las
múltiples funciones que desempeña, adquiere el doble valor de signo- símbolo de
Yurupary y, por extensión, del patriarcado. En un nivel de análisis, y por su
identificación con el cambio y el progreso, se convierte en símbolo de
civilización, en tanto que al representar la veda impuesta a las mujeres, asume
el carácter de punición.
Un rol adicional
que puede otorgársele, al relacionarla con los instrumentos que fabrica
Yurupary para llorar a los muertos, sería el de elemento moralizador.
En todo caso, la
música en la leyenda traspasa los límites de la simbología para erigirse en
signo.
Con la música como
enunciado discursivo, que alterna y emblemiza la comunicación oral, se
construye la historia del pensamiento en las comunidades que originan el poema de Yurupary. Porque el nivel
simbólico de la música, articulado al código de comunicación, trasciende a la
actividad consciente del sujeto parlante, a la casi rotura de sus palabras
manifiestas.
Con la música se
reconstruye otro discurso, se recobra la palabra muda, murmurante, inagotable
en su poder de seducción, que anima desde el interior el sonido y el ritmo,
sosteniendo y vigorizando el texto de la norma dicha expresamente.
ANÁLISIS DE
YURUPARY.- Su procedencia oral y escrita.-
Maximino José
Roberto, primer recolector de la leyenda de Yurupary, que escribió en lengua
ñengatú, nacido de un padre de Manaos y de una madre Tariana del Vaupés. Ese
manuscrito, que hoy no existe, fue traducido al italiano y publicado en el
Bolletino de la
Societá Geográfica Italiana, en 1890, serie III, vol. III,
pags. 659- 89- 798- 835, por Ermanno Stradelli, conde, poeta y escritor de
Piacenza, Italia, nacido en 1852 y muerto en la leprosía de Umiirisal, Brasil,
en 1926.
Max J. Roberto,
como se le llama también, vivió por mucho tiempo en el Vaupés, territorio que
en Colombia incluía la actual Comisaría del Guaviare, y ahí conoció la que
después Stradelli titularía “La
Leyenda de Yurupary”.
Los brasileños han
estudiado esta leyenda y otras que recogió en ñengatú el indio Maximiniano o
Maximiano. Sin embargo, afirma Héctor H. Orjuela, autor de “Yurupary, Mito,
leyenda y epopeya del Vaupés” que, por varias razones, debemos considerarla de
origen colombiano: el mito tariana de Yurupary procede del alto Vaupés; en la
versión de Roberto, Yurupary nace en la Sierra de Tunahi (Tenui), en la Comisaría del Guaviare,
y de ahí se extiende por los ríos Isana y Vaupés hacia territorio brasileño, en
Tunahi se promulgaron las leyes religiosas de los rituales sagrados y ahí se
rendía culto con música a los muertos; además, muchos de los episodios de
la leyenda suceden en territorio colombiano.
ANÁLISIS LITERARIO
La Leyenda de
Yurupary es uno de los más bellos poemas amerindios, transmitido desde las
tradiciones precolombinas hasta el siglo pasado, cuando fue recogido por
escrito.
Como poema
aborigen, incluye las facetas que en Occidente hemos denominado epopeya,
leyenda, canto, drama, génesis, mito, aventura. Se resume de esta manera la
caracterización de este complejo mítico- ritual:
En general,
Yurupary puede considerarse:
a)
Un mito religioso –agrícola de carácter
cíclico o periódico que celebra las cosechas, la germinación y el crecimiento
de los frutos, y la fertilidad de la naturaleza.
b)
Un ceremonial iniciático por el cual los jóvenes cambian de estatus y se
vinculan enteramente a la sociedad tribal, asegurando así la supervivencia de
las instituciones y la vida misma del grupo.
c)
Un mito ceremonial encaminado a preservar
del incesto a los miembros de la tribu.
d)
Un culto de los antepasados que celebra en
especial la memoria de un héroe mítico, líder religioso y legislador, cuya
presencia se invoca para renovar las creencias en sus leyes y enseñanzas.
e)
Un rito secreto masculino cuyo propósito
es asegurar el predominio del hombre sobre la mujer en la sociedad indígena.
Personalmente
siento que quedan resabios de ese rastro de predominio patriarcal en todos los
países de Hispanoamérica, las mujeres de Yurupary no se diferencian de las hoy
en cuanto al trato por parte de los hombres.
En las leyes de
Yurupary se segrega a la mujer y de manera casi atroz, se las exilia de la
música para siempre, puesto que a los hombres de la tribu les fue prohibido
expresamente que las mujeres participaran en las fiestas de los hombres cuando
estuvieran presentes los instrumentos especiales. La mujer que violara
dicha ley sería condenada a muerte en el acto.
El hombre que
mostrara los instrumentos, o revelara a la mujer las leyes secretas sería
obligado a envenenarse, o en caso de negarse, otro cualquiera podría darle
muerte.
El Payé se expresó
así de las mujeres: “Veo a mi pesar que nunca podrá encontrarse sobre la tierra
una mujer paciente, discreta y capaz de guardar un secreto”. “No hace mucho que el Sol me recomendó en el
sueño evitar que las mujeres se aproximaran de noche a las orillas del lago: Y
les advertí de esta prohibición; y ahora no sólo las encuentro aquí a todas,
sino que están además maquinando cosas vergonzosas contra nosotros los viejos, desobedeciendo
de esta manera las órdenes de los que gobiernan el mundo”.
“La generación
que va a nacer mañana excluirá para siempre a las mujeres de participar en todo
asunto de importancia”.
La educación nos
ha hecho libres e iguales actualmente, y si seguimos siendo marginadas y
maltratadas es porque nosotras mismas nos encargamos de ‘educar’ a los varones
pensando que son superiores a nosotras, y por tanto, les debemos sumisión y
esclavitud a perpetuidad.
Al menos, en la
leyenda de Yurupary, y en algunos casos particulares en nuestros días, los
hombres siempre andan en busca de una madre para amarla y hacerla respetar. La
esperanza nos asiste.
BIBLIOGRAFÍA
Literatura de
Colombia aborigen. Niño, Hugo. Biblioteca básica colombiana. Instituto
colombiano de cultura.
Yurupary. Anónimo.
Editorial Unión Ltda. Primera Edición, marzo 2002.
LA POESÍA EN LA CONQUISTA
En 1519 aparecen
los primeros documentos que dan cuenta del descubrimiento del Nuevo Reino de
Granada, de la nueva Andalucía, en referencia a nuestras costas, y hablan del
gobierno de San Juan, organización civil, la primera en el tiempo de estos
pueblos. Son crónicas cuya finalidad principal no es otra sino dar cuenta de
los sucesos.
Tienen la cualidad
de ser los primeros escritos sobre el descubrimiento y conquista. Tienen el
mérito, además, de revelar que los conquistadores sí poseían alguna cultura, la
suficiente para redactar documentos e hilvanar observaciones, reconstruir la
acción e hilvanar observaciones, reconstruir la acción heroica de los descubrimientos
y fundaciones, polemizar e intentar la creación literaria.
El más antiguo
escrito, data de 1519, se llama Suma de Geografía, que trata de todas las
partes y provincias del mundo, en especial de Indias y describe lo observado
por los conquistadores en el litoral Atlántico, desde el Istmo de Panamá hasta
el Cabo de la Vela. Su
autor fue el bachiller MARTÍN FERNÁNDEZ DE ENCISO, testigo personal de todo lo
que se refiere a la costa colombiana.
De 1533 datan las
cartas y relaciones escritas por el fundador y primer gobernador de Cartagena
de Indias, don Pedro de Heredia.
La literatura
colombiana nace en el siglo XVI, siglo de oro de la literatura española, es
colombiana porque aunque los escritores fueron españoles, escriben en Colombia,
y los asuntos de que tratan están relacionados directamente con la conquista y
‘civilización’ de nuestro territorio.
Entre los hechos
verificados en la Nueva
Granada, se conservan los trabajos experimentados en la
ascensión a la sabana de Bogotá desde la costa atlántica.
En los momentos en
que todo parecía más desesperado, el hambre, la desnudez y la miseria de los
expedicionarios hace aflorar el talento de poetas, que como los juglares,
cumplían con su oficio de alegrar al triste. Juan de Castellanos conservó los versos
del soldado Lorenzo Martín, cantados en las horas de mayor decaimiento. EL
CAPITÁN LORENZO MARTÍN FUE EL FUNDADOR DE TAMALAMEQUE.
Estrictamente
hablando, la literatura colombiana se inicia en el periodo histórico en que los
colombianos tienen cultura propia, conciencia de su propio valer de la raza,
como nación idónea para gobernarse y subsistir por sí misma. Este periodo arranca desde 1783, fecha
en que se organizó la
Expedición Botánica, que fue un centro de estudios en que un
grupo de nacionales comenzaron a definir la nueva conciencia nacional; y
secundados por los intelectuales criollos, mediante el libro, el periódico y la
oratoria, lograron independizarse del régimen español.
El
más connotado
entre los autores representativos de la Conquista es don GONZALO JIMÉNEZ
DE QUESADA,
amante de la cultura, con una extensión que abarca el Derecho, la
Historia, la Filosofía, la Ascética, la Milicia y la Literatura.
Le corresponde la
designación de literato por ser también el primero que escribió, dejándonos
muestra de estilo definido y culto. Desde este punto de vista se le puede
considerar como el creador de la literatura colombiana, y tanto más, cuando su
ingeniosidad regocijante, es también característica de nuestra producción en
las centenas de años hasta hoy transcurridos.
También están
inmersos como escritores de la
Conquista, QUESADA, TORRES, NARIÑO, ARBOLEDA; que fueron
juristas, literatos, historiadores, militares.
JUAN DE
CASTELLANOS, el más destacado y prolífico, que escribió en Versos y Prosa; y en
lo poético, imágenes, epitafios, episodios, fechas, sentido del barroco.
Escribió Elegías a Colón, a Rodrigo de Arma, a Francisco Bobadilla, a la muerte
de Colón, Elogio de la Isla
de Cabagua, Elogio de la Isla
de Margarita. Su producción es tan prolífica, que no es posible ahora, por
espacio y tiempo detallarla, pero mal sumada, son 148 cantos y 38 octavas, y un
gran total de versos de 124.870, aproximadamente.
Optó por usar la
métrica, para evitar la tergiversación de sus intenciones poéticas. Es
innegable que a sus creaciones poéticas se les puede añadir música, porque en
ellas capta modalidades armónicas, la rima es interior y altamente musical.
Podemos citar
algunos de sus Cantos: El engaño; La advertencia; La sorpresa, El héroe Panche.
La correspondencia
de la armonía del verso con las modalidades del suceso, es también nota
englobadora del arte de Castellanos, que sensible al matiz musical, lo capta y
lo fija como puede.
En El engaño y La
advertencia, la armonía es sentenciosa, pausada, persuasiva.
Podemos afirmar
que los versos de las Elegías, fueron escritos en continua variedad musical, y
por transiciones rápidas, van de lo ordinario a lo solemne, de lo socarrón a lo
picaresco, de lo vibrante a lo monótono, las notas musicales están camufladas
en las palabras.
Además de
Castellanos, tenemos a la
MADRE CASTILLO, que escribió su autobiografía, titulada Mi
vida, de 57 capítulos. Los Afectos Espirituales que comprende 108 afectos, de
los cuales 45 están en verso. Las poesías son nueve (9), compuestas a
Jesucristo, el Santísimo Sacramento, la Virgen María, el Llanto del alma arrepentida,
entre otras. Emplea la rima perfecta e imperfecta.
La música barroca
clásica definió su obra, pero también las Décimas hicieron presencia, además de
los villancicos.
HERNANDO DOMÍNGUEZ
CAMARGO, escribe poemas heroicos, compuestos por cantos, en total cinco libros.
Mediante
prodigiosa actividad de las facultades artísticas, este bardo confecciona su
nuevo y personal cosmos de belleza, no accesible a todos, sino a quienes les es
dado arribar a la esfera de las misteriosas relaciones de la inspiración puesta
al servicio de la fantasía.
Dentro de su
procedimiento creador, es digno de anotarse, a pesar de lo minucioso, la
modalidad de síntesis ideológica y musical.
LA POESÍA EN LA REPÚBLICA
A
través de la nación libre
El 17 de Diciembre
de 1819 fue dictada la ley fundamental, la República de Colombia quedaba formada por tres
departamentos: Venezuela, Colombia y Ecuador, y quedaron para la historia las
palabras lanzadas al orbe por SIMÓN BOLÍVAR, INSIGNE ESCRITOR ¡quien lo duda!
“Ya la veo en el
corazón del Universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos
océanos que la naturaleza había separado y que nuestra Patria reúne con
prolongados y anchurosos canales...
Ya la veo servir
de lazo, de centro, de emporio de la familia humana; ya la veo enviando a todos
los recintos de la tierra los tesoros
que abrigan sus montañas de oro y plata; ya la veo sentada sobre el trono de la Libertad, empuñando el
cetro de la Justicia,
coronada por la Gloria,
mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno...”
EL ROMANTICISMO.-
La producción literaria de este periodo es fruto de la influencia de las
escuelas estéticas, que nacidas en Europa, orientaron el arte desde 1820 hasta
los dos primeros lustros del siglo veinte. Esas escuelas son, el Romanticismo y
el Modernismo.
Sus principales
características son: la preocupación por el más allá; en las imágenes,
realizándolas con gran colorido y viveza;
en los sentimientos, abarcándolos todos y en el mayor grado de
intensidad; en la expresión, buscando lo más musical, lo más atrevido;
en los temas, hallando lo humano, lo nacional, lo heroico, lo divino, lo
extraordinario.
Entre los
representativos está JOSÉ EUSEBIO CARO, que produjo siete libros de poesías,
cuyos títulos son: El Huérfano, El Pobre, El Amigo, El Granadino, El
Desterrado, El Amante, El Padre. En Alta Mar.
En este último
poema, las imágenes se presentan llenas de movimiento, de extensión ilimitada,
de vigor descriptivo. El dolor mueve las ideas, las imágenes, la
musicalidad. La musicalidad da la impresión de fuerza violenta contenida hasta
donde el ser humano puede llegar en un grito de dolor que hace que las palabras
sean duras y las frases cortadas bruscamente. Tanto en las ideas como en las
imágenes, la musicalidad tiene un desarrollo progresivo.
JULIO ARBOLEDA.-
Escribe épica, Estoy en la cárcel (Patria), Te quiero (amor), Casimiro el
montañés (popular), el viernes santo (religión). El canto El Caballo es
extenso: 24 cantos. Los cantos perfectos: Preludio, Pubenza, La nueva Patria,
La visión.
Sus versos son
enérgicos, flexibles, musicales en general. La forma métrica flexible, de rica
musicalidad.
GREGORIO GUTIERREZ
GONZÁLEZ.- Poeta sentimental pesimista. En sus obras: A Julia, ¿Por qué no
canto? Memoria sobre el cultivo del maíz, Aures, Las dos noches, Morir, Una
visita, Tresillo.
A toda su poesía
pesimista se le puede aplicar la música vernácula.
DIEGO FALLON.- Su
famoso poema La Luna
ha sido repetido por varias generaciones. Otras: La Palma del desierto, Las
rocas de Suesca.
Rindió verdadero
culto a la belleza y le consagró sus mejores horas. No perdonó trabajo ni
pulimento cuidadoso a su expresión. Ideó un sistema nuevo para la escritura
musical.
RAFAEL POMBO.-
Habría que escribir un tratado para explicar su obra poética, por tanto,
mencionaremos someramente: 420 composiciones líricas; 222 apólogos. Tradujo las
obras de poetas ingleses, norteamericanos, franceses, italianos, alemanes,
portugueses, griego y latinos clásicos: Homero, Horacio, Virgilio).
Su rima es
perfecta, el ritmo es dado según la naturaleza de lo sentido, su composición es
juzgada por la crítica como una de las elegías más perfectas de la literatura,
es el dominio completo del idioma. Cada frase sorprende por su estructura
esencialmente poética y musical.
La forma métrica
la adapta en su musicalidad al matiz caracterizador de las partes contrastadas.
Dentro del tono narrativo muy bien sostenido, se da primero una música
triste y solemne, luego, dura y arrebatada, finalmente, dulcísima, etérea, como
música del cielo.
Fue compositor de
bambucos como El Bambuco, Tu confesión; Torbellino, A misa.
BIBLIOGRAFÍA
Manual de
literatura latinoamericana. Peña Gutiérrez, Isaías. Educar Editores, Segunda
Edición, l990.
Literatura
Colombiana. Sinopsis y comentarios de autores representativos. Núñez Segura
José A. Editorial Bedout. Decimosegunda Edición.
Literatura de
Colombia aborigen. Niño, Hugo. Biblioteca básica colombiana. Instituto
colombiano de cultura.
Manual de
literatura latinoamericana. Peña Gutiérrez, Isaías. Educar Editores, Segunda
Edición, l990.
Yurupary. Anónimo.
Editorial Unión Ltda. Primera Edición, marzo 2002.
Silvia Betancourt Alliegro
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