martes, 20 de agosto de 2013

YURUPARY, MÚSICA PARA LA ETERNIDAD (Ensayo)


YURUPARY, MÚSICA PARA LA ETERNIDAD (Ensayo)
Por Silvia Betancourt Alliegro

INTRODUCCIÓN.- Desde los estadios primarios de la cultura, el lenguaje se torna en el elemento dinámico que establece el puente entre el hombre y la naturaleza, y que le permite a él manejar las relaciones con ella e intervenirla.

Las palabras, así como las mujeres, son los operadores naturales, cuando el verbo es puro, cuando su predicación es mágicamente funcional. Así es como, ante las relaciones planteadas frente a la realidad, el lenguaje va configurando distintos tipos de respuestas, según las relaciones de que se trate, que se constituyen en códigos, concebidos así por el carácter de sus estructuras y por su operacionalidad sistemática.

Tales códigos son tres: el articulado, el pictórico y el musical, y la dirección que ellos toman dependen de su lugar, de su función ante la realidad.

En el código articulado, que no es propiamente una invención, sino la generación procurada por los elementos de la naturaleza es respondida por la cultura. Su origen es mimético en cuanto nace por imitación de los sonidos naturales. Mediante ese proceso, las palabras- valores se van abriendo paso para constituirse en palabras- símbolos.

En el código musical, se nutre la forma literaria más abstracta, sensorial y condensada de la literatura: la poesía.


OBJETIVOS.-

Objetivo General: Tratar de evidenciar que toda creación poética depende de un punto de vista musical, y se da en todas las épocas y culturas del mundo.

Objetivos específicos: Empezando por el análisis del Canto de Yurupary para posteriormente analizar la poesía escrita durante los años correspondientes a la Conquista española y a la de la  República, para dar un cuerpo a lo planteado en el objetivo general.


JUSTIFICACIÓN.-
Los humanos recurrimos a la música para muchas de las actividades cotidianas, ya sean de carácter alegre o triste. En cierta forma, podemos asegurar que ‘somos musicales’.
La poesía, como unidad semántica, segmenta el discurso, operando con base en la oración y las relaciones existentes entre una y otra oración son distintas a las del discurso narrativo en la medida en que son unidades  con un grado mayor de autonomía. Dicho de otra forma, la poesía es un discurso metafórico con una tipología oracional autónoma. En efecto, tal autonomía se da en cuanto cada verso –oración no es necesariamente precedente o sucedente del contiguo. En ese orden de ideas, la estructura poética es la más ausente, la más paradigmática,  porque el valor de su discurso es más asociativo que presente, más elíptico que lineal.
De otro modo, la autonomía se expresa también cuando el verso encuentra existencia y sentido propios, lo que es producto de una nueva constitución, transgresora a la vez, dada por los fenómenos de la condensación, sustitución, metáfora y desplazamiento, que hacen del poeta la entidad más cercana a la omnipotencia.

De aquí resulta que aun estando entre el mito y la música, la poesía no opere como asimilada a uno de los dos; por el contrario, la proposición poética es plurivalente, en oposición a la mitológica, porque, en efecto, el mito es monovalente por cuanto no se interpreta, se acoge porque es dogma, revelación, porque ocupa el lugar de la realidad misma. Justamente por ser nominador, Creador.

En cambio por su carácter, el nivel descriptivo y expresivo de la poesía puede ser más amplio. Es más, por su alto poder sensitivo está en estrecha correlación con la música.




MARCO TEÓRICO.-

En el código musical se nutre la forma literaria más abstracta, sensorial y condensada de la literatura: la poesía. Veamos la relación: en la génesis del signo musical, el hombre tiene que codificar abstractamente los sonidos que va aislando y asignarles asociaciones significativas de fundamento cultural, en oposición a la pintura, por ejemplo, de fundamento natural.

Por eso la música deviene en la estructura más compleja y acabada, porque no puede dejar nada sin estructura, porque debe proceder a través de una gramática cuya combinatoria se apoye en convenciones que posibiliten la realización del mensaje a nivel sensitivo. Este nivel es el que lo va a caracterizar; y es que la sensorialidad también es susceptible de codificar, de culturizar, pues hay constantes, predisposiciones universales ante determinado tipo de estímulo. El compositor no puede intentar romper la norma de expresar una sensación lúgubre con tonos menores, o en caso inverso, una sensación eufórica que no proceda del empleo de los tonos mayores. De modo que la codificación y la realidad de una gramática musical están en la base de su naturaleza lingüística.

Para Lévi-Strauss, el código articulado en su nivel mitológico y el código musical (aunque de naturaleza distinta) constituyen las dos estructuras más perfectas y acabadas; esta perfección estructural será sincretizada  y conservada en la poesía, teniendo como clímax el soneto.

CONCLUSIONES.-

Simbólicamente, la música se presenta en la leyenda con una dimensión poética, pero debido a las múltiples funciones que desempeña, adquiere el doble valor de signo- símbolo de Yurupary y, por extensión, del patriarcado. En un nivel de análisis, y por su identificación con el cambio y el progreso, se convierte en símbolo de civilización, en tanto que al representar la veda impuesta a las mujeres, asume el carácter de punición.

Un rol adicional que puede otorgársele, al relacionarla con los instrumentos que fabrica Yurupary para llorar a los muertos, sería el de elemento moralizador.

En todo caso, la música en la leyenda traspasa los límites de la simbología para erigirse en signo.

Con la música como enunciado discursivo, que alterna y emblemiza la comunicación oral, se construye la historia del pensamiento en las comunidades que originan  el poema de Yurupary. Porque el nivel simbólico de la música, articulado al código de comunicación, trasciende a la actividad consciente del sujeto parlante, a la casi rotura de sus palabras manifiestas.

Con la música se reconstruye otro discurso, se recobra la palabra muda, murmurante, inagotable en su poder de seducción, que anima desde el interior el sonido y el ritmo, sosteniendo y vigorizando el texto de la norma dicha expresamente.  

ANÁLISIS DE YURUPARY.- Su procedencia oral y escrita.-
Maximino José Roberto, primer recolector de la leyenda de Yurupary, que escribió en lengua ñengatú, nacido de un padre de Manaos y de una madre Tariana del Vaupés. Ese manuscrito, que hoy no existe, fue traducido al italiano y publicado en el Bolletino de la Societá Geográfica Italiana, en 1890, serie III, vol. III, pags. 659- 89- 798- 835, por Ermanno Stradelli, conde, poeta y escritor de Piacenza, Italia, nacido en 1852 y muerto en la leprosía de Umiirisal, Brasil, en 1926.
Max J. Roberto, como se le llama también, vivió por mucho tiempo en el Vaupés, territorio que en Colombia incluía la actual Comisaría del Guaviare, y ahí conoció la que después Stradelli titularía “La Leyenda de Yurupary”.
Los brasileños han estudiado esta leyenda y otras que recogió en ñengatú el indio Maximiniano o Maximiano. Sin embargo, afirma Héctor H. Orjuela, autor de “Yurupary, Mito, leyenda y epopeya del Vaupés” que, por varias razones, debemos considerarla de origen colombiano: el mito tariana de Yurupary procede del alto Vaupés; en la versión de Roberto, Yurupary nace en la Sierra de Tunahi (Tenui), en la Comisaría del Guaviare, y de ahí se extiende por los ríos Isana y Vaupés hacia territorio brasileño, en Tunahi se promulgaron las leyes religiosas de los rituales sagrados y ahí se rendía culto con música a los muertos; además, muchos de los episodios de la leyenda suceden en territorio colombiano.

ANÁLISIS LITERARIO
La Leyenda de Yurupary es uno de los más bellos poemas amerindios, transmitido desde las tradiciones precolombinas hasta el siglo pasado, cuando fue recogido por escrito.

Como poema aborigen, incluye las facetas que en Occidente hemos denominado epopeya, leyenda, canto, drama, génesis, mito, aventura. Se resume de esta manera la caracterización de este complejo mítico- ritual:
En general, Yurupary puede considerarse:
a)       Un mito religioso –agrícola de carácter cíclico o periódico que celebra las cosechas, la germinación y el crecimiento de los frutos, y la fertilidad de la naturaleza.
b)       Un ceremonial iniciático por el  cual los jóvenes cambian de estatus y se vinculan enteramente a la sociedad tribal, asegurando así la supervivencia de las instituciones y la vida misma del grupo.
c)       Un mito ceremonial encaminado a preservar del incesto a los miembros de la tribu.
d)       Un culto de los antepasados que celebra en especial la memoria de un héroe mítico, líder religioso y legislador, cuya presencia se invoca para renovar las creencias en sus leyes y enseñanzas.
e)       Un rito secreto masculino cuyo propósito es asegurar el predominio del hombre sobre la mujer en la sociedad indígena.

Personalmente siento que quedan resabios de ese rastro de predominio patriarcal en todos los países de Hispanoamérica, las mujeres de Yurupary no se diferencian de las hoy en cuanto al trato por parte de los hombres.

En las leyes de Yurupary se segrega a la mujer y de manera casi atroz, se las exilia de la música para siempre, puesto que a los hombres de la tribu les fue prohibido expresamente que las mujeres participaran en las fiestas de los hombres cuando estuvieran presentes los instrumentos especiales. La mujer que violara dicha ley sería condenada a muerte en el acto.
El hombre que mostrara los instrumentos, o revelara a la mujer las leyes secretas sería obligado a envenenarse, o en caso de negarse, otro cualquiera podría darle muerte.
El Payé se expresó así de las mujeres: “Veo a mi pesar que nunca podrá encontrarse sobre la tierra una mujer paciente, discreta y capaz de guardar un secreto”.  “No hace mucho que el Sol me recomendó en el sueño evitar que las mujeres se aproximaran de noche a las orillas del lago: Y les advertí de esta prohibición; y ahora no sólo las encuentro aquí a todas, sino que están además maquinando cosas vergonzosas contra nosotros los viejos, desobedeciendo de esta manera las órdenes de los que gobiernan el mundo”.
La generación que va a nacer mañana excluirá para siempre a las mujeres de participar en todo asunto de importancia”.

La educación nos ha hecho libres e iguales actualmente, y si seguimos siendo marginadas y maltratadas es porque nosotras mismas nos encargamos de ‘educar’ a los varones pensando que son superiores a nosotras, y por tanto, les debemos sumisión y esclavitud a perpetuidad.

Al menos, en la leyenda de Yurupary, y en algunos casos particulares en nuestros días, los hombres siempre andan en busca de una madre para amarla y hacerla respetar. La esperanza nos asiste.



BIBLIOGRAFÍA
Literatura de Colombia aborigen. Niño, Hugo. Biblioteca básica colombiana. Instituto colombiano de cultura.

Yurupary. Anónimo. Editorial Unión Ltda. Primera Edición, marzo 2002.





LA POESÍA EN LA CONQUISTA
En 1519 aparecen los primeros documentos que dan cuenta del descubrimiento del Nuevo Reino de Granada, de la nueva Andalucía, en referencia a nuestras costas, y hablan del gobierno de San Juan, organización civil, la primera en el tiempo de estos pueblos. Son crónicas cuya finalidad principal no es otra sino dar cuenta de los sucesos.

Tienen la cualidad de ser los primeros escritos sobre el descubrimiento y conquista. Tienen el mérito, además, de revelar que los conquistadores sí poseían alguna cultura, la suficiente para redactar documentos e hilvanar observaciones, reconstruir la acción e hilvanar observaciones, reconstruir la acción heroica de los descubrimientos y fundaciones, polemizar e intentar la creación literaria.

El más antiguo escrito, data de 1519, se llama Suma de Geografía, que trata de todas las partes y provincias del mundo, en especial de Indias y describe lo observado por los conquistadores en el litoral Atlántico, desde el Istmo de Panamá hasta el Cabo de la Vela. Su autor fue el bachiller MARTÍN FERNÁNDEZ DE ENCISO, testigo personal de todo lo que se refiere a la costa colombiana.

De 1533 datan las cartas y relaciones escritas por el fundador y primer gobernador de Cartagena de Indias, don Pedro de Heredia.

La literatura colombiana nace en el siglo XVI, siglo de oro de la literatura española, es colombiana porque aunque los escritores fueron españoles, escriben en Colombia, y los asuntos de que tratan están relacionados directamente con la conquista y ‘civilización’ de nuestro territorio.

Entre los hechos verificados en la Nueva Granada, se conservan los trabajos experimentados en la ascensión a la sabana de Bogotá desde la costa atlántica.
En los momentos en que todo parecía más desesperado, el hambre, la desnudez y la miseria de los expedicionarios hace aflorar el talento de poetas, que como los juglares, cumplían con su oficio de alegrar al triste. Juan de Castellanos conservó los versos del soldado Lorenzo Martín, cantados en las horas de mayor decaimiento. EL CAPITÁN LORENZO MARTÍN FUE EL FUNDADOR DE TAMALAMEQUE.

Estrictamente hablando, la literatura colombiana se inicia en el periodo histórico en que los colombianos tienen cultura propia, conciencia de su propio valer de la raza, como nación idónea para gobernarse y subsistir por sí misma.  Este periodo arranca desde 1783, fecha en que se organizó la Expedición Botánica, que fue un centro de estudios en que un grupo de nacionales comenzaron a definir la nueva conciencia nacional; y secundados por los intelectuales criollos, mediante el libro, el periódico y la oratoria, lograron independizarse del régimen español. 

El más connotado entre los autores representativos de la Conquista es don GONZALO JIMÉNEZ DE QUESADA, amante de la cultura, con una extensión que abarca el Derecho, la Historia, la Filosofía, la Ascética, la Milicia y la Literatura.

Le corresponde la designación de literato por ser también el primero que escribió, dejándonos muestra de estilo definido y culto. Desde este punto de vista se le puede considerar como el creador de la literatura colombiana, y tanto más, cuando su ingeniosidad regocijante, es también característica de nuestra producción en las centenas de años hasta hoy transcurridos.

También están inmersos como escritores de la Conquista, QUESADA, TORRES, NARIÑO, ARBOLEDA; que fueron juristas, literatos, historiadores, militares.

JUAN DE CASTELLANOS, el más destacado y prolífico, que escribió en Versos y Prosa; y en lo poético, imágenes, epitafios, episodios, fechas, sentido del barroco. Escribió Elegías a Colón, a Rodrigo de Arma, a Francisco Bobadilla, a la muerte de Colón, Elogio de la Isla de Cabagua, Elogio de la Isla de Margarita. Su producción es tan prolífica, que no es posible ahora, por espacio y tiempo detallarla, pero mal sumada, son 148 cantos y 38 octavas, y un gran total de versos de 124.870, aproximadamente. 
Optó por usar la métrica, para evitar la tergiversación de sus intenciones poéticas. Es innegable que a sus creaciones poéticas se les puede añadir música, porque en ellas capta modalidades armónicas, la rima es interior y altamente musical.
Podemos citar algunos de sus Cantos: El engaño; La advertencia; La sorpresa, El héroe Panche.
La correspondencia de la armonía del verso con las modalidades del suceso, es también nota englobadora del arte de Castellanos, que sensible al matiz musical, lo capta y lo fija como puede.
En El engaño y La advertencia, la armonía es sentenciosa, pausada, persuasiva.
Podemos afirmar que los versos de las Elegías, fueron escritos en continua variedad musical, y por transiciones rápidas, van de lo ordinario a lo solemne, de lo socarrón a lo picaresco, de lo vibrante a lo monótono, las notas musicales están camufladas en las palabras.

Además de Castellanos, tenemos a la MADRE CASTILLO, que escribió su autobiografía, titulada Mi vida, de 57 capítulos. Los Afectos Espirituales que comprende 108 afectos, de los cuales 45 están en verso. Las poesías son nueve (9), compuestas a Jesucristo, el Santísimo Sacramento, la Virgen María, el Llanto del alma arrepentida, entre otras. Emplea la rima perfecta e imperfecta.
La música barroca clásica definió su obra, pero también las Décimas hicieron presencia, además de los villancicos.

HERNANDO DOMÍNGUEZ CAMARGO, escribe poemas heroicos, compuestos por cantos, en total cinco libros.
Mediante prodigiosa actividad de las facultades artísticas, este bardo confecciona su nuevo y personal cosmos de belleza, no accesible a todos, sino a quienes les es dado arribar a la esfera de las misteriosas relaciones de la inspiración puesta al servicio de la fantasía.
Dentro de su procedimiento creador, es digno de anotarse, a pesar de lo minucioso, la modalidad de síntesis ideológica y musical.





LA POESÍA EN LA REPÚBLICA
A través de la nación libre

El 17 de Diciembre de 1819 fue dictada la ley fundamental, la República de Colombia quedaba formada por tres departamentos: Venezuela, Colombia y Ecuador, y quedaron para la historia las palabras lanzadas al orbe por SIMÓN BOLÍVAR, INSIGNE ESCRITOR ¡quien lo duda!

“Ya la veo en el corazón del Universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos que la naturaleza había separado y que nuestra Patria reúne con prolongados y anchurosos canales...
Ya la veo servir de lazo, de centro, de emporio de la familia humana; ya la veo enviando a todos los recintos  de la tierra los tesoros que abrigan sus montañas de oro y plata; ya la veo sentada sobre el trono de la Libertad, empuñando el cetro de la Justicia, coronada por la Gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno...”


EL ROMANTICISMO.- La producción literaria de este periodo es fruto de la influencia de las escuelas estéticas, que nacidas en Europa, orientaron el arte desde 1820 hasta los dos primeros lustros del siglo veinte. Esas escuelas son, el Romanticismo y el Modernismo.
Sus principales características son: la preocupación por el más allá; en las imágenes, realizándolas con gran colorido y viveza;  en los sentimientos, abarcándolos todos y en el mayor grado de intensidad; en la expresión, buscando lo más musical, lo más atrevido; en los temas, hallando lo humano, lo nacional, lo heroico, lo divino, lo extraordinario.
Entre los representativos está JOSÉ EUSEBIO CARO, que produjo siete libros de poesías, cuyos títulos son: El Huérfano, El Pobre, El Amigo, El Granadino, El Desterrado, El Amante, El Padre. En Alta Mar.
En este último poema, las imágenes se presentan llenas de movimiento, de extensión ilimitada, de vigor descriptivo. El dolor mueve las ideas, las imágenes, la musicalidad. La musicalidad da la impresión de fuerza violenta contenida hasta donde el ser humano puede llegar en un grito de dolor que hace que las palabras sean duras y las frases cortadas bruscamente. Tanto en las ideas como en las imágenes, la musicalidad tiene un desarrollo progresivo.

JULIO ARBOLEDA.- Escribe épica, Estoy en la cárcel (Patria), Te quiero (amor), Casimiro el montañés (popular), el viernes santo (religión). El canto El Caballo es extenso: 24 cantos. Los cantos perfectos: Preludio, Pubenza, La nueva Patria, La visión.
Sus versos son enérgicos, flexibles, musicales en general. La forma métrica flexible, de rica musicalidad.

GREGORIO GUTIERREZ GONZÁLEZ.- Poeta sentimental pesimista. En sus obras: A Julia, ¿Por qué no canto? Memoria sobre el cultivo del maíz, Aures, Las dos noches, Morir, Una visita, Tresillo.
A toda su poesía pesimista se le puede aplicar la música vernácula.

DIEGO FALLON.- Su famoso poema La Luna ha sido repetido por varias generaciones. Otras: La Palma del desierto, Las rocas de Suesca.
Rindió verdadero culto a la belleza y le consagró sus mejores horas. No perdonó trabajo ni pulimento cuidadoso a su expresión. Ideó un sistema nuevo para la escritura musical.

RAFAEL POMBO.- Habría que escribir un tratado para explicar su obra poética, por tanto, mencionaremos someramente: 420 composiciones líricas; 222 apólogos. Tradujo las obras de poetas ingleses, norteamericanos, franceses, italianos, alemanes, portugueses, griego y latinos clásicos: Homero, Horacio, Virgilio).

Su rima es perfecta, el ritmo es dado según la naturaleza de lo sentido, su composición es juzgada por la crítica como una de las elegías más perfectas de la literatura, es el dominio completo del idioma. Cada frase sorprende por su estructura esencialmente poética y musical.

La forma métrica la adapta en su musicalidad al matiz caracterizador de las partes contrastadas. Dentro del tono narrativo muy bien sostenido, se da primero una música triste y solemne, luego, dura y arrebatada, finalmente, dulcísima, etérea, como música del cielo.
Fue compositor de bambucos como El Bambuco, Tu confesión; Torbellino, A misa.






BIBLIOGRAFÍA
Manual de literatura latinoamericana. Peña Gutiérrez, Isaías. Educar Editores, Segunda Edición, l990.

Literatura Colombiana. Sinopsis y comentarios de autores representativos. Núñez Segura José A. Editorial Bedout. Decimosegunda Edición.

Literatura de Colombia aborigen. Niño, Hugo. Biblioteca básica colombiana. Instituto colombiano de cultura.

Manual de literatura latinoamericana. Peña Gutiérrez, Isaías. Educar Editores, Segunda Edición, l990.

Yurupary. Anónimo. Editorial Unión Ltda. Primera Edición, marzo 2002.



Silvia Betancourt Alliegro

 
   

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