Desde Mi Cocina
Por Silvia Betancourt
Alliegro
HIJOS DE LA VENTANA
Muchas instituciones y obras
fueron pensadas y fundadas por el
General Gustavo Rojas Pinilla hace medio siglo; y cuando la nación entera era
provinciana, orgullosa de sus maneras, se le antojó obsequiarnos el Ferrocarril
del Magdalena, el Banco Popular, Radio Sutatenza, el aeropuerto El Dorado,
además de buenos edificios públicos, escuelas, colegios, hospitales, avenidas,
parques, carreteras, autopistas, y…la televisión y desde ella aprendimos a
reconocer las figuras humanas divinizadas, para bien y para mal, pero de
todas maneras nos imprimió la visión global vista desde una ventana en blanco y
negro, como son las buenas fotografías y los sueños. Muchas, casi todas sus
obras siguen en pie, aún no las han podido vender, fusionar o abolir.
Desde esa ventana asumimos
los gestos triunfantes y las canciones mejicanas de las que se nutrió la música
doméstica, las mujeres aprendieron a maquillarse y vestirse como María Félíx
(dejando en los armarios el pañolón y las alpargatas) y con ello ganaron los
caballeros, porque su libido se dejó tentar, fabricando muchos hijos para
poblar la patria, que si ahora la vemos grande, por sus inmensos baldíos,
imagínese cómo sería cuando apenas éramos diez millones de pueblerinos.
También disfrutamos y
aprehendimos el pensamiento y la actitud de los argentinos, querámoslo o no. No
se pueden abolir por fobias irracionales los legados de una colectividad a
otra, sería dispendioso elaborar un listado de argentinos embutidos en nuestra
cotidianidad, que han oficiado de artistas y visionarios desde la literatura,
la música, el teatro, la plástica, la radio, la prensa y la televisión.
Somos recopilación de todas
las razas y culturas del planeta, pero conservamos algunos rastros
gastronómicos, lingüísticos-anímicos autóctonos, e inconfundibles, que ahora
son vistos por nuestros vástagos como signos de
pobreza mental y física…es que ellos han consumido mucha televisión
norteamericana.
Hasta que llegamos al nudo
de la cuestión: nuestros gobernantes renunciarán por nosotros a la identidad
nacional, y al parecer, nadie se podrá oponer porque podría ser tildado de
traidor a la patria, puesto que si no firmamos el TLC nuestro país desaparecerá
del concierto de naciones, arrastraremos la miseria por nuestros inmensos y
fértiles campos, sobre los yacimientos de esmeraldas, carbón, oro, diamantes,
gas, y añada todo lo que se me olvide.
En marzo de 1962, en el
restaurante “Temel”, Alfonso López
Michelsen, ante un grupo de artistas e intelectuales, dijo: “La revolución
colombiana se cumplirá el día en que orgullosamente, arrogantemente, la
autenticidad colombiana levante su voz a través de los oradores colombianos, se
refleje en el cincel de los artistas colombianos, se interprete a través de la
música colombiana y encuentre su escenario en el teatro colombiano”.
Pues bien, ya lo estamos
logrando, no nos da pena disfrutar de telenovelas que narran nuestra sangrienta
realidad, adobada con escenas de amor; y lo más importante: además de
futbolistas estamos exportando actores y actrices, telenovelas de estupenda
factura, que en ningún momento nos hacen sentir minimizados, todo lo contrario,
podemos competir contra las de Brasil y mostrarnos al mundo en toda la realidad,
porque nuestros libretistas son fantásticos escritores. Un país como India, produce una o dos
películas diarias, para el consumo interno, con ello logran identidad y
soberanía, que es lo que pretenden cercenarnos.
Silvia Betancourt Alliegro
@yastao
No hay comentarios:
Publicar un comentario