viernes, 23 de agosto de 2013

HIJOS DE LA VENTANA

Desde Mi Cocina
Por Silvia Betancourt Alliegro


HIJOS DE LA VENTANA

                                    
Muchas instituciones y obras fueron pensadas y fundadas  por el General Gustavo Rojas Pinilla hace medio siglo; y cuando la nación entera era provinciana, orgullosa de sus maneras, se le antojó obsequiarnos el Ferrocarril del Magdalena, el Banco Popular, Radio Sutatenza, el aeropuerto El Dorado, además de buenos edificios públicos, escuelas, colegios, hospitales, avenidas, parques, carreteras, autopistas, y…la televisión y desde ella aprendimos a reconocer las  figuras humanas  divinizadas, para bien y para mal, pero de todas maneras nos imprimió la visión global vista desde una ventana en blanco y negro, como son las buenas fotografías y los sueños. Muchas, casi todas sus obras siguen en pie, aún no las han podido vender, fusionar o abolir.

Desde esa ventana asumimos los gestos triunfantes y las canciones mejicanas de las que se nutrió la música doméstica, las mujeres aprendieron a maquillarse y vestirse como María Félíx (dejando en los armarios el pañolón y las alpargatas) y con ello ganaron los caballeros, porque su libido se dejó tentar, fabricando muchos hijos para poblar la patria, que si ahora la vemos grande, por sus inmensos baldíos, imagínese cómo sería cuando apenas éramos diez millones de pueblerinos.

También disfrutamos y aprehendimos el pensamiento y la actitud de los argentinos, querámoslo o no. No se pueden abolir por fobias irracionales los legados de una colectividad a otra, sería dispendioso elaborar un listado de argentinos embutidos en nuestra cotidianidad, que han oficiado de artistas y visionarios desde la literatura, la música, el teatro, la plástica, la radio, la prensa y la televisión.

Somos recopilación de todas las razas y culturas del planeta, pero conservamos algunos rastros gastronómicos, lingüísticos-anímicos autóctonos, e inconfundibles, que ahora son vistos por nuestros vástagos como signos de  pobreza mental y física…es que ellos han consumido mucha televisión norteamericana.

Hasta que llegamos al nudo de la cuestión: nuestros gobernantes renunciarán por nosotros a la identidad nacional, y al parecer, nadie se podrá oponer porque podría ser tildado de traidor a la patria, puesto que si no firmamos el TLC nuestro país desaparecerá del concierto de naciones, arrastraremos la miseria por nuestros inmensos y fértiles campos, sobre los yacimientos de esmeraldas, carbón, oro, diamantes, gas, y añada todo lo que se me olvide.

En marzo de 1962, en el restaurante  “Temel”, Alfonso López Michelsen, ante un grupo de artistas e intelectuales, dijo: “La revolución colombiana se cumplirá el día en que orgullosamente, arrogantemente, la autenticidad colombiana levante su voz a través de los oradores colombianos, se refleje en el cincel de los artistas colombianos, se interprete a través de la música colombiana y encuentre su escenario en el teatro colombiano”.

Pues bien, ya lo estamos logrando, no nos da pena disfrutar de telenovelas que narran nuestra sangrienta realidad, adobada con escenas de amor; y lo más importante: además de futbolistas estamos exportando actores y actrices, telenovelas de estupenda factura, que en ningún momento nos hacen sentir minimizados, todo lo contrario, podemos competir contra las de Brasil y mostrarnos al mundo en toda la realidad, porque nuestros libretistas son fantásticos escritores.  Un país como India, produce una o dos películas diarias, para el consumo interno, con ello logran identidad y soberanía, que es lo que pretenden cercenarnos.



Silvia Betancourt Alliegro 
@yastao 

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