LEYES Y COSTUMBRES SANITARIAS
Por Silvia Betancourt Alliegro
Todas las costumbres son herencias
del patrimonio cultural de la humanidad, que se transmiten a cada uno de los
miembros del clan camufladas en leyendas y mitos; en dichos y refranes que son
la condensación de la sabiduría popular.
Esto
se remonta a milenios, vamos a poner un ejemplo: en la Biblia, Deuteronomio 23:
10-13, dice a la letra:
10
“Si hubiere en medio de ti alguno que no fuere limpio, por razón de alguna
impureza acontecida de noche, saldrá fuera del campamento, y no entrará en él.
11
“Pero al caer la noche se lavará con agua, y cuando se hubiere puesto el sol,
podrá entrar en el campamento.
12
Tendrás un lugar fuera del campamento adonde salgas;
13
Tendrás también entre tus armas una estaca; y cuando estuvieres allí fuera,
cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento;
En
las comunidades nativas que no han sido desplazadas de sus territorios
originales por cualquiera de las causales que todos conocemos –y que no es del
caso mencionar, por ahora- las parteras y los curanderos son el eje de la salud
del conglomerado. Esas personas, con métodos empíricos pero basados en la
transferencia generacional de los conocimientos, orientan a sus ‘pacientes’
para que practiquen algunas medidas sanitarias mínimas, tal como son sus
recursos económicos y culturales.
Cuando
nos hablan de salud, inmediatamente pensamos en belleza, probablemente
influenciados por los medios de comunicación, pero... en el fondo es una verdad
simple: no hay enfermo que se vea vigoroso. La fortaleza se adquiere, primero que
todo con una adecuada alimentación; y debe ser continuada: desde el vientre
materno hasta la madurez.
Vamos
a ser utópicos al dar algunas recomendaciones –vivimos en el Tercer Mundo- pero
aquí van: El embrión humano crece
rápidamente. En la séptima semana empiezan a formarse los miembros y los
intestinos están casi formados. Hacia la décima semana ya empieza a tener forma
humana. Durante estas primeras semanas, es muy vulnerable a los efectos del
tabaco, alcohol, drogas o infecciones; todo lo anterior es transmitido
directamente por la madre, he aquí el meollo: el potencial de salud está
determinado antes del embarazo, la madre puede ser portadora de virus o de
vicios peligrosos. Los cuidados que el bebé recibe en el útero y durante la
infancia no pueden cambiar las características fundamentales de la herencia,
pero si pueden modificar sus efectos.
Si el
niño no padece serias afecciones hereditarias, un ambiente sano y estimulante
le ayudará a desarrollar sus habilidades físicas y mentales, que le acompañarán
por toda la existencia. La adquisición de habilidad mental y de coordinación
física puede ser estimulada a través de actividades y juegos educativos.
Vamos
a interrumpir la secuencia de los cuidados, para mostrar algunas falencias
propias de nuestro medio socio económico y anímico. Pongamos el caso (que son
miles) de una madre que a su vez fue hija y que no adquirió buenos hábitos en
la infancia porque su madre no sabía leer, se crió en una ‘vivienda’
infrahumana elaborada con tablas, cartones, plásticos; y en la que tuvo que
crecer durmiendo en el mismo lecho de sus padres, con animales domésticos y
aves de corral debajo de la cama, encima de la mesa, al pie de la estufa, y que
además tenía que efectuar sus evacuaciones a cielo abierto dejándolas
destapadas para que los cerdos las aprovecharan, ¿con qué experiencia vivida
podrá otorgarle a sus hijos una adecuada educación, unos cuidados mínimos?
Yastao
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