#ParoNacionalAgrarioyPopular #Colombia La mejor explicación que he leído en todas las redes. Escrito por Luz Marina López @koskita http://www.pacocol.org/ index.php/noticias/ 5776-esa-sangre-no-se-desprecia
Esa sangre no se desprecia!
Por: Luz Marina Lòpez Espinosa.-Medios por la paz
Miércoles, 28 Agosto 2013 07:15
Pero no es sólo la sangre, porque bien
podría no haberla habido –y nunca debió haberla-, y la fuerza,
cubrimiento y mística de la movilización tenían que mantenerse. Porque
el paro no fue por la sangre. Pero una vez derramada ésta, sangre
humilde, e inocente, sangre buena nacida de la conciencia que dio el
surco, el aula y la fábrica, ahora sí razón de más, no cualquier más,
muchísimo más para que el Paro Nacional Agrario y Popular se mantenga y
se extienda. Porque esa sangre no podrá ser en vano, y la mínima y
siempre incompleta reivindicación que le corresponde, es que sea
alimento para la causa que los sacrificó, semilla para la justicia que
reclamaban.
Lo otro sería espantosa traición, felonía imperdonable.
Porque
hay que sostenerlo y decirlo bien alto: la orden de matar, de torturar,
de encarcelar y de mutilar y que con sevicia y complacencia cumple la
fuerza pública –Ejército y Policía- en el Paro Nacional Agrario y
Popular en todo el país, es dada personalmente y con la profunda
convicción que da el odio de clases, por el presidente Juan Manuel
Santos Calderón. Así que ningún miembro de la Mesa de Interlocución y
Acuerdo Nacional MIA, o de la Mesa sectorial que en Boyacá negocia con
el Presidente, vaya a dar crédito o sentirse justificado con las
palabras de Santos que ofrece “excusas” por algún exceso que haya podido
cometer en algún lugar de la geografía del paro algún miembro de la
fuerza pública, en particular del ESMAD. “Excusas” que son más un
insulto que un desagravio. “Excusas” que tienen el sello indeleble de la
hipocresía y la mentira, como que de una parte no se corresponden ni
compadecen con los actos de ferocidad y barbarie que con sevicia
criminal ha cometido la fuerza pública en especial el criminal ESMAD
contra el pueblo que protesta, y de otra, se refiere a conductas que
expresamente el presidente ha aprobado, aplaudido y estimulado.
O
¿ha visto alguien o ha sabido de que frente a los cientos de ataques
policiales contra la población civil desarmada en legítima protesta, el
presidente haya mostrado no digamos indignación que sería demasiado
pedir, pero sí inconformidad con el consiguiente llamado –orden- a la
moderación? ¿No es acaso el mismo Santos que “ofrece excusas” por algún
posible “exceso de fuerza” que quizás haya podido de pronto ocurrir en
alguna parte, el mismo que entronizó como director general de la Policía
Nacional a un oscuro general cuyo más notable desempeño fue que venía
de asesinar a cuatro inermes campesinos en el paro del Catatumbo?
Podrá
alguien creer en las palabras del presidente Santos, si hasta Uribe
Vélez lo acusa de falso y de felón después de haber sido su ministro
estrella y no precisamente como canciller o manejador de las finanzas
públicas, sino nada menos que como ministro de defensa y por lo ende
ejecutor de esa abominación de los “falsos positivos”?
Por
eso, que nadie en la Mesa de Interlocución y Acuerdo Nacional MIA, la
máxima y legítima representante del vasto movimiento agropecuario y
popular que se ha alzado contra un modelo de miseria e injusticia para
los más, se llame a engaño. Y que menos lo haga la Mesa que negocia en
Tunja con el gobierno nacional. Y que ésta no caiga en la burda trampa
ya tendida y conocida, de pretender el gobierno desarticular el
movimiento solucionando –o prometiendo solucionar como es de uso- su
interés sectorial, con pretensión de que estos desmovilicen el Paro
Nacional con la impostura de que ya se dio justa solución a la
problemática de todos y que fue la que lo generó. No! El Paro es
Agrario. Es Popular. Y es Nacional. Así que las negociaciones y las
soluciones, tienen que ser agrarias, nacionales y populares. No son de
los cafeteros, ni de los papicultores, ni de los arroceros. De todos
estos sí, pero como parte de una vasta y múltiple comunidad nacional de
productores del agro afectados por las políticas ruinosas del gobierno
favorables a las multinacionales extranjeras y al capital foráneo.
Si
los negociadores permiten la estrategia del gobierno de prometer
soluciones parciales y sectoriales dividiendo el movimiento y
desarticulándolo, lo que está trazado como teoría de cartilla de los
gobiernos en este tipo de eventos, es que quienes queden inconformes y
continúen en el Paro, ya no tiene justificación en su alegada
reivindicación, y quedan evidenciados como terroristas, Y ya está el
ejército avisado para que se encargue de ellos.
El tema de
los muertos, los mutilados, los heridos, los torturados, los actos de
pillaje sobre las humildes viviendas campesinas y los pequeños comercios
de los sitios de las concentraciones, el robo de la comida preparada
para los cientos de movilizados en todas las regiones pretendiéndolos
así rendir por hambre, los ataques a los niños, el incendio de los
enseres, elementos de trabajo, de transporte y de comunicación, la
brutal y concertada agresión contra la prensa alternativa acompañada del
robo o destrucción de las cámaras fotográficas, filmadoras y
grabadoras, tiene que ser el primero e innegociable punto de la agenda
de discusión con el gobierno. Lo otro, los motivos sustanciales del
paro, resultan sorprendentemente, secundarios frente a esto. Pero es
decisión y responsabilidad del gobierno esa variación de las
prioridades. Porque lo primero es saber si la democracia colombiana, la
Constitución la, ley y los tratados internacionales, permiten al pueblo
colombiano la protesta social y la movilización. Y si el gobierno tiene
potestad para criminalizar a quienes la ejerzan, y darles el
consecuente trato asesinándolos y encarcelándolos. Después de ésto, sí
se puede negociar la papa, el arroz, el café, los minerales y la leche,
nobles elementos todos importantes para la vida de la gente,
precisamente porque permiten sustentarla. Pero sin vida, ya no vale la
pena pelear por ellas. No hay nada qué sustentar.
La Mesa
de Interlocución y Acuerdo Nacional MIA y la Mesa que negocia con el
gobierno nacional en Tunja, tienen que ser una sola. Y no rendirse ante
los cantos de sirena mentirosos y oportunistas del Estado. Y sí oír y
acatar con devoción, la voz y al voluntad de los miles de movilizados
soportando inclemencias en caminos y poblados. Y sobre todo, acatar la
mirada y la voz que más manda, la de los muertos en la causa cuya suerte
está hoy en manos de los negociadores.
En la imagen, Juan Camilo León Acosta joven asesinado por la Policía en Fusagasugá
Esa sangre no se desprecia!

Por: Luz Marina Lòpez Espinosa.-Medios por la paz
Miércoles, 28 Agosto 2013 07:15
Pero no es sólo la sangre, porque bien
podría no haberla habido –y nunca debió haberla-, y la fuerza,
cubrimiento y mística de la movilización tenían que mantenerse. Porque
el paro no fue por la sangre. Pero una vez derramada ésta, sangre
humilde, e inocente, sangre buena nacida de la conciencia que dio el
surco, el aula y la fábrica, ahora sí razón de más, no cualquier más,
muchísimo más para que el Paro Nacional Agrario y Popular se mantenga y
se extienda. Porque esa sangre no podrá ser en vano, y la mínima y
siempre incompleta reivindicación que le corresponde, es que sea
alimento para la causa que los sacrificó, semilla para la justicia que
reclamaban.
Lo otro sería espantosa traición, felonía imperdonable.
Porque hay que sostenerlo y decirlo bien alto: la orden de matar, de torturar, de encarcelar y de mutilar y que con sevicia y complacencia cumple la fuerza pública –Ejército y Policía- en el Paro Nacional Agrario y Popular en todo el país, es dada personalmente y con la profunda convicción que da el odio de clases, por el presidente Juan Manuel Santos Calderón. Así que ningún miembro de la Mesa de Interlocución y Acuerdo Nacional MIA, o de la Mesa sectorial que en Boyacá negocia con el Presidente, vaya a dar crédito o sentirse justificado con las palabras de Santos que ofrece “excusas” por algún exceso que haya podido cometer en algún lugar de la geografía del paro algún miembro de la fuerza pública, en particular del ESMAD. “Excusas” que son más un insulto que un desagravio. “Excusas” que tienen el sello indeleble de la hipocresía y la mentira, como que de una parte no se corresponden ni compadecen con los actos de ferocidad y barbarie que con sevicia criminal ha cometido la fuerza pública en especial el criminal ESMAD contra el pueblo que protesta, y de otra, se refiere a conductas que expresamente el presidente ha aprobado, aplaudido y estimulado.
O ¿ha visto alguien o ha sabido de que frente a los cientos de ataques policiales contra la población civil desarmada en legítima protesta, el presidente haya mostrado no digamos indignación que sería demasiado pedir, pero sí inconformidad con el consiguiente llamado –orden- a la moderación? ¿No es acaso el mismo Santos que “ofrece excusas” por algún posible “exceso de fuerza” que quizás haya podido de pronto ocurrir en alguna parte, el mismo que entronizó como director general de la Policía Nacional a un oscuro general cuyo más notable desempeño fue que venía de asesinar a cuatro inermes campesinos en el paro del Catatumbo?
Podrá alguien creer en las palabras del presidente Santos, si hasta Uribe Vélez lo acusa de falso y de felón después de haber sido su ministro estrella y no precisamente como canciller o manejador de las finanzas públicas, sino nada menos que como ministro de defensa y por lo ende ejecutor de esa abominación de los “falsos positivos”?
Por eso, que nadie en la Mesa de Interlocución y Acuerdo Nacional MIA, la máxima y legítima representante del vasto movimiento agropecuario y popular que se ha alzado contra un modelo de miseria e injusticia para los más, se llame a engaño. Y que menos lo haga la Mesa que negocia en Tunja con el gobierno nacional. Y que ésta no caiga en la burda trampa ya tendida y conocida, de pretender el gobierno desarticular el movimiento solucionando –o prometiendo solucionar como es de uso- su interés sectorial, con pretensión de que estos desmovilicen el Paro Nacional con la impostura de que ya se dio justa solución a la problemática de todos y que fue la que lo generó. No! El Paro es Agrario. Es Popular. Y es Nacional. Así que las negociaciones y las soluciones, tienen que ser agrarias, nacionales y populares. No son de los cafeteros, ni de los papicultores, ni de los arroceros. De todos estos sí, pero como parte de una vasta y múltiple comunidad nacional de productores del agro afectados por las políticas ruinosas del gobierno favorables a las multinacionales extranjeras y al capital foráneo.
Si los negociadores permiten la estrategia del gobierno de prometer soluciones parciales y sectoriales dividiendo el movimiento y desarticulándolo, lo que está trazado como teoría de cartilla de los gobiernos en este tipo de eventos, es que quienes queden inconformes y continúen en el Paro, ya no tiene justificación en su alegada reivindicación, y quedan evidenciados como terroristas, Y ya está el ejército avisado para que se encargue de ellos.
El tema de los muertos, los mutilados, los heridos, los torturados, los actos de pillaje sobre las humildes viviendas campesinas y los pequeños comercios de los sitios de las concentraciones, el robo de la comida preparada para los cientos de movilizados en todas las regiones pretendiéndolos así rendir por hambre, los ataques a los niños, el incendio de los enseres, elementos de trabajo, de transporte y de comunicación, la brutal y concertada agresión contra la prensa alternativa acompañada del robo o destrucción de las cámaras fotográficas, filmadoras y grabadoras, tiene que ser el primero e innegociable punto de la agenda de discusión con el gobierno. Lo otro, los motivos sustanciales del paro, resultan sorprendentemente, secundarios frente a esto. Pero es decisión y responsabilidad del gobierno esa variación de las prioridades. Porque lo primero es saber si la democracia colombiana, la Constitución la, ley y los tratados internacionales, permiten al pueblo colombiano la protesta social y la movilización. Y si el gobierno tiene potestad para criminalizar a quienes la ejerzan, y darles el consecuente trato asesinándolos y encarcelándolos. Después de ésto, sí se puede negociar la papa, el arroz, el café, los minerales y la leche, nobles elementos todos importantes para la vida de la gente, precisamente porque permiten sustentarla. Pero sin vida, ya no vale la pena pelear por ellas. No hay nada qué sustentar.
La Mesa de Interlocución y Acuerdo Nacional MIA y la Mesa que negocia con el gobierno nacional en Tunja, tienen que ser una sola. Y no rendirse ante los cantos de sirena mentirosos y oportunistas del Estado. Y sí oír y acatar con devoción, la voz y al voluntad de los miles de movilizados soportando inclemencias en caminos y poblados. Y sobre todo, acatar la mirada y la voz que más manda, la de los muertos en la causa cuya suerte está hoy en manos de los negociadores.
En la imagen, Juan Camilo León Acosta joven asesinado por la Policía en Fusagasugá
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