VIOLACIÓN Y PROSTITUCIÓN VAN DE LA MANO
Silvia Betancourt Alliegro
Las
diferentes definiciones y tendencias sociológicas existentes en el ámbito
internacional hacen una diferenciación entre prostitución voluntaria y
prostitución forzada.
Se define
prostitución voluntaria cuando una persona que teniendo la mayoría de edad (en el caso de Colombia mayor de 18 años) y
de manera consciente, con pleno conocimiento, voluntaria y libre decide ejercer
la prostitución y cuyo lucro se revierte directamente sobre ella.
La
prostitución forzada es la que ejerce
una persona a través de un individuo, una red o una organización, bajo
circunstancias que de manera involuntaria la introducen al mundo de la
prostitución forzada, y que generalmente está relacionada con el Tráfico de
Mujeres con fines de explotación sexual.
Según
expertos, se considera que la prostitución voluntaria se manifiesta en los
países industrializados o desarrollados, lo que llevó a afirmar al Sindicato de
Prostitutas holandesas que las únicas prostitutas que se pueden autodenominar
emancipadas son las del primer mundo.
Mientras que
en los países pobres o tercermundistas la prostitución se convierte en una
alternativa para hacer frente a la pobreza, el desempleo y en muchos casos como
la única forma de sobrevivir.
Los medios
de comunicación catalogan a las mujeres que la ejercen, en Colombia, con
denominaciones tales como: prostitutas, meretrices, putas, trabajadoras
sexuales y niñas.
En su gran
mayoría las tres primeras aparecen en los artículos que hacen referencia al
ejercicio de la prostitución en los estratos más bajos de la sociedad.
Trabajadoras sexuales cuando el artículo hace referencia a mujeres
universitarias que la ejercen como una actividad complementaria, y Niñas a las
mujeres casi siempre jóvenes de los estratos más altos a las cuales se les
denomina “prostitutas de lujo”.
Las
historias de vida que registran los medios de comunicación son variadas.
Algunas de ellas llegan a ejercer la prostitución por necesidad y otras por
consumismo. Los extremos van de mujeres que apenas pueden mantener sus hijos
hasta aquellas que ganan doce millones de pesos al mes.
Lo que sí
varía es el ‘tono’ del artículo, de acuerdo a la situación social de la mujer
prostituta, la zona donde ‘labora’ y los tipos de clientes que la ocupan.
Ser
prostituta (o) no implica estar parado con el pie en el muro de cualquier
esquina, muchas veces los padres desesperados y sin trabajo ofrecen sus hijos o
se quedan callados cuando sus hijos tienen que conseguir el sustento, sea como
sea.
La violencia
que soporta Colombia que lo ubica como uno de los países con mayor tasa de
homicidios anuales en el mundo, no puede separarse de la violencia cotidiana,
de la violencia de las palabras amenazantes y agresivas, de la violencia sexual
que hoy enfrentan un gran número de hombres, mujeres y niños.
En esos
ambientes preñados de odio e ignorancia, se incuba la consiguiente violación
carnal del niño, todas las veces bajo amenazas y el uso de la fuerza,
utilizando el chantaje por el aporte económico, imponiendo determinados
comportamientos sexuales que al hombre le agraden.
El turismo
sexual es un fenómeno que se registra con fuerza, Colombia se está convirtiendo
en un destino turístico para extranjeros en su mayoría alemanes, canadienses,
japoneses, españoles, italianos, suizos, holandeses, belgas que buscan contacto
sexual, especialmente con menores.
Considero
que los medios de comunicación, las diferentes entidades del gobierno y el
Estado, deben informar a la ciudadanía con periodicidad sobre las terribles
prácticas que están soportando los niños –y las mujeres -, para prevenir el
abuso y el tráfico sexual.
Las causas
para que esto ocurra son estructurales: la injusticia económica y las disparidades
entre ricos y pobres, la migración, la urbanización a gran escala y la
desintegración familiar. Esto incluye el consumismo perpetrado por los medios
de comunicación.
En ese orden
de ideas, quien alquila los servicios de estas pobres personas considera que su
acto no es inmoral, pues los niños y mujeres ya estaban en ese mundo cuando los
contactaron. Otros, lo hacen para sentirse más viriles, satisfacer un arrebato
de consumar un acto transgresor o “ayudar” a sus víctimas.
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