LA CASA, LA PATRIA, LA PREGUNTA
“¿Y yo qué gano con que un hombre me construya una
casa vacía de sueños?”
Luis Enrique Mejía D.
Todos los padres desean en secreto que sus hijos
conviertan la ira en amor, o sea, la tara en salud.
Tal vez por esto, los padres aseguran que nunca se
equivocan, siempre será el hijo el responsable, por ser el recipiente en el que
vertimos todos los deshechos.
Por ser el último de la cadena, pensamos que él
o ella tienen que ser perfectos, repetir todas las películas de las que nos
hemos salido, resolver lo que uno jamás resolvió. Y lo que es peor, las madres no vemos a los hijos, los
suponemos.
Voy a copiar textualmente un artículo de Luis
Enrique Mejía D., titulado ‘La
Familia’, porque explica el punto de vista de un hombre
joven, algo que no podría escribir ahora, puesto que es imposible devolver el
tiempo:
“Actualmente
mi padre se comporta como si la sabiduría que nos enseñó no hubiese
estado nunca en él. Como si toda su vida hubiese sido un gran esfuerzo por
afirmar una normalidad que siempre estaba lejos de sentir. Creo que está
regresando al niño asustado de todo el tiempo. Como si el hábito de la
normalidad se le estuviera cayendo a pedazos por acción de los tiempos. Se ha
hecho difícil amarlo, la imagen amada se desdibuja a cada momento para dar paso
a imágenes desconocidas y no propiamente bellas. Saber, sintiendo y viendo, que
nuestro padre es un desconocido incluso para él mismo, es un saber obsceno.
Exuda dolor, se erige como espejo de una fuerza herida desde hace mucho tiempo.
Me siento infame por mirar el dolor de mi padre, pero, ¿dónde tendría para mí
la oscuridad más luz que en el espejo de mi padre? Ahora él es un campo de
batalla, sus armas, sus armaduras, le han sido arrebatadas implacablemente por
la vida. Está desnudo. Nadie puede cambiar su medida. Soy espectador de mi
padre. Sólo puedo amarlo. Somos la misma herida. Es cruel mirar el dolor del
padre como un mapa. Pero es la ley del gran espejo. Ruego al Padre por la `paz
de mi padre. Doy gracias a mi padre por haberme legado la necesidad del
combate”.
“Creo que hasta hoy la familia no ha sido la
base de la sociedad sino de la masa”.
Silvia Betancourt Alliegro
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