miércoles, 21 de agosto de 2013

LA CASA, LA PATRIA, LA PREGUNTA

LA CASA, LA PATRIA, LA PREGUNTA


“¿Y yo qué gano con que un hombre me construya una casa vacía de sueños?”
Luis Enrique Mejía D.


Todos los padres desean en secreto que sus hijos conviertan la ira en amor, o sea, la tara en salud.
Tal vez por esto, los padres aseguran que nunca se equivocan, siempre será el hijo el responsable, por ser el recipiente en el que vertimos todos los deshechos.
Por ser el último de la cadena, pensamos que él o ella tienen que ser perfectos, repetir todas las películas de las que nos hemos salido, resolver lo que uno jamás resolvió. Y lo que  es peor, las madres no vemos a los hijos, los suponemos.
Voy a copiar textualmente un artículo de Luis Enrique Mejía D., titulado ‘La Familia’, porque explica el punto de vista de un hombre joven, algo que no podría escribir ahora, puesto que es imposible devolver el tiempo:
“Actualmente  mi padre se comporta como si la sabiduría que nos enseñó no hubiese estado nunca en él. Como si toda su vida hubiese sido un gran esfuerzo por afirmar una normalidad que siempre estaba lejos de sentir. Creo que está regresando al niño asustado de todo el tiempo. Como si el hábito de la normalidad se le estuviera cayendo a pedazos por acción de los tiempos. Se ha hecho difícil amarlo, la imagen amada se desdibuja a cada momento para dar paso a imágenes desconocidas y no propiamente bellas. Saber, sintiendo y viendo, que nuestro padre es un desconocido incluso para él mismo, es un saber obsceno. Exuda dolor, se erige como espejo de una fuerza herida desde hace mucho tiempo. Me siento infame por mirar el dolor de mi padre, pero, ¿dónde tendría para mí la oscuridad más luz que en el espejo de mi padre? Ahora él es un campo de batalla, sus armas, sus armaduras, le han sido arrebatadas implacablemente por la vida. Está desnudo. Nadie puede cambiar su medida. Soy espectador de mi padre. Sólo puedo amarlo. Somos la misma herida. Es cruel mirar el dolor del padre como un mapa. Pero es la ley del gran espejo. Ruego al Padre por la `paz de mi padre. Doy gracias a mi padre por haberme legado la necesidad del combate”.
“Creo que hasta hoy la familia no ha sido la base de la sociedad sino de la masa”.



Silvia Betancourt Alliegro

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