E
N S A Y O
LA LITERATURA DEL CONOCIMIENTO CONTABLE
Por
Silvia Betancourt Alliegro
El
interés por los acontecimientos de la riqueza patrimonial, como objeto de
indagación racional y científica, se dio en la Grecia antigua; las
revoluciones económicas de los siglos VII y VI a. de C., ofrecen materiales
llenos de observaciones que, inequívocamente, despertaron la conciencia de los
grandes pensadores de la época.
En sus estudios sobre la riqueza, Aristóteles distinguió entre lucro y
especulación como cosas distintas.
La primera, como natural y justa
remuneración de la riqueza, y la segunda como provecho antisocial, es decir, a
costa del perjuicio a terceros.
Aristóteles
también mencionó, en su libro La
Política, que el comportamiento patrimonial incide en
la felicidad de las personas, y dice: “Aquellos ciudadanos cuyos haberes,
cualesquiera sean ellos, son bien administrados, deben naturalmente vivir muy
felices” (La Política-
capítulo II, libro 1,15).
Por
lo anterior, se puede afirmar que la
expansión griega, con sus grandes concentraciones de riqueza, forzaron a una
mayor atención de las inteligencias para tales estudios, era natural que la
intuición científica de la contabilidad, como ciencia del patrimonio, se
despertara.
Esa intuición científica condujo a un divisor de raciocinios, donde la
ciencia de enriquecer era autónoma, o sea, aquella destinada a estado del
“comportamiento de la riqueza en el sentido de su acumulación progresiva”.
Y
de hecho, una cosa es el patrimonio de una persona o de una empresa, que
podemos tocar, sentir y percibir, y otra
el patrimonio social del cual nos habla la economía de abstracción, o sea, como
si existiese aislado, pero que en la práctica se mueve al modo de cada
individuo, de cada empresa.
El
gran filósofo aseguró, y es ley moral hasta nuestros días, que el crecimiento
del patrimonio exige que el individuo respete el derecho ajeno.
Y
afirmó que el patrimonio natural es resultado del esfuerzo humano.
No
se puede negar es que la antigüedad clásica (Grecia y Roma) haya sido cuna de
la intuición científica de la
Contabilidad como materia que tiene por objeto el estudio del
patrimonio.
Después
de esa antigüedad clásica vino un periodo de letargo en la riqueza, y esto
afectó la evolución de los registros contables, paralelo a la falta de interés
por los estudios científicos en todas las ramas del saber humano. Esto ocurrió
durante los siglos III, IV y V, donde se regresa a una economía primitiva.
La Edad Media
es una época de letargo en el campo de la
evolución del pensamiento humano; todos los esfuerzos estuvieron
encaminados a sobrevivir al hambre y a la peste. Pero, cosa extraña, los
estudiosos en el campo de los patrimonios, siguieron produciendo conceptos
valiosos sobre la escritura contable.
Los
esfuerzos continuados llevaron a la realización de libros contables auxiliares,
entre los que se destacan los tres básicos: el de esbozo o anotación inmediata
(borrador); el de operaciones diarias, preocupados por dejar constancia de cada
jornada diaria (Diario) y el libro para registrar todas las cuentas, una por
una que era el libro Mayor (Razón).
Muchos
años de trabajo intelectual arduo, no de un solo hombre, sino de varios, en
diferentes países, para lograr ediciones de esos libros básicos, sabios, útiles
para toda la humanidad.
Es
que esos hombres no pararon jamás de estudiar, planear y difundir sus ideas;
tanto, que legaron otros muchos libros auxiliares como los de Socios, los de
Deudores y Acreedores, el de Gastos, etc.
Existe una literatura del conocimiento sobre
los registros contables que requirió de muchos años (siglos) de esfuerzos de
miles de hombres estudiosos y dedicados a la creación de libros vitales para el
progreso socio- económico en el mundo.
Hay
que tener en cuenta que en sus inicios los tenían que copiar a mano, letra por
letra, pues aún no existía la imprenta.
En
Roma antigua, a partir del siglo XIV circularon manuales sobre ls partidas
dobles, y eran manuscritos.
En
la biblioteca de Ayasofya de Estambul, existen libros manuscritos de 1307 en
adelante, sobre la cultura de la escritura contable.
El
primer libro impreso que difunde las partidas dobles y sus criterios de
escrituración es el del fraile franciscano Lucas Pacioli; surge en Venecia en
el año de 1494, editado por Paganino de Paganini.
La
literatura siempre tuvo una expansión creciente, y recibía ahora la influencia
directa de normas italianas que Pacioli difundió.
El
libro Sa´adtname, de Felek A´la-yi Tebrizi, de 1307 (está en la biblioteca
Ayasofya, No. 2756, división de manuscritos, fue publicado por el Conselho
Regional de Contabilidade de Minais Gerais.
La
muy citada obra de Mazarandarani,
titulada Risale –i- Fellekiye , está en la biblioteca Ayasofya, clasificado con
el No. 2756, rotulado con A Literatura contábil antes de Paciolo. Está escrita
en árabe y persa, pero en alfabeto arábigo, es de origen Persa (iraní).
Para
no citar otros libros, me remito exclusivamente a éste, al de Mazarandarani, porque su contenido sorprende, (fue elaborado
en 1.363) veamos:
Normas
y símbolos contables, forma de los documentos, división de débito y crédito,
estructura de las partidas, cuentas auxiliares, reglas para escriturar las
partidas, registros de variaciones patrimoniales, déficit y superávit,
transferencias de cuentas, reglas de composición de documentos, libros
contables (Diario, Razón, Gastos, Ingresos, Financieros, de Obras, etc) y casos
especiales de registros.
No
me cabe duda, los estudios que apenas estoy empezando, tienen el sello de
garantía que le otorgan todos los siglos de estudio y aplicación por parte de
unos científicos estudiosos, silenciosos y constantes.
BIBLIOGRAFÍA:
El
origen: partidas dobles, Antonio, de Sá (Brasil)
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