miércoles, 21 de agosto de 2013

LA LITERATURA DEL CONOCIMIENTO CONTABLE

E N S A Y O

LA LITERATURA DEL CONOCIMIENTO CONTABLE

Por Silvia Betancourt Alliegro
El interés por los acontecimientos de la riqueza patrimonial, como objeto de indagación racional y científica, se dio en la Grecia antigua; las revoluciones económicas de los siglos VII y VI a. de C., ofrecen materiales llenos de observaciones que, inequívocamente, despertaron la conciencia de los grandes pensadores de la época.

En sus estudios sobre la riqueza, Aristóteles distinguió entre lucro y especulación como cosas distintas.
La primera, como natural y justa remuneración de la riqueza, y la segunda como provecho antisocial, es decir, a costa del perjuicio a terceros.

Aristóteles también mencionó, en su libro La Política, que el comportamiento patrimonial incide en la felicidad de las personas, y dice: “Aquellos ciudadanos cuyos haberes, cualesquiera sean ellos, son bien administrados, deben naturalmente vivir muy felices” (La Política- capítulo II, libro 1,15).

Por lo anterior, se puede afirmar que  la expansión griega, con sus grandes concentraciones de riqueza, forzaron a una mayor atención de las inteligencias para tales estudios, era natural que la intuición científica de la contabilidad, como ciencia del patrimonio, se despertara.

Esa intuición científica condujo a un divisor de raciocinios, donde la ciencia de enriquecer era autónoma, o sea, aquella destinada a estado del “comportamiento de la riqueza en el sentido de su acumulación progresiva”.

Y de hecho, una cosa es el patrimonio de una persona o de una empresa, que podemos tocar, sentir y  percibir, y otra el patrimonio social del cual nos habla la economía de abstracción, o sea, como si existiese aislado, pero que en la práctica se mueve al modo de cada individuo, de cada empresa.

El gran filósofo aseguró, y es ley moral hasta nuestros días, que el crecimiento del patrimonio exige que el individuo respete el derecho ajeno.
Y afirmó que el patrimonio natural es resultado del esfuerzo humano.

No se puede negar es que la antigüedad clásica (Grecia y Roma) haya sido cuna de la intuición científica de la Contabilidad como materia que tiene por objeto el estudio del patrimonio.

Después de esa antigüedad clásica vino un periodo de letargo en la riqueza, y esto afectó la evolución de los registros contables, paralelo a la falta de interés por los estudios científicos en todas las ramas del saber humano. Esto ocurrió durante los siglos III, IV y V, donde se regresa a una economía primitiva.

La Edad Media es una época de letargo en el campo de la  evolución del pensamiento humano; todos los esfuerzos estuvieron encaminados a sobrevivir al hambre y a la peste. Pero, cosa extraña, los estudiosos en el campo de los patrimonios, siguieron produciendo conceptos valiosos sobre la escritura contable.

Los esfuerzos continuados llevaron a la realización de libros contables auxiliares, entre los que se destacan los tres básicos: el de esbozo o anotación inmediata (borrador); el de operaciones diarias, preocupados por dejar constancia de cada jornada diaria (Diario) y el libro para registrar todas las cuentas, una por una que era el libro Mayor (Razón).

Muchos años de trabajo intelectual arduo, no de un solo hombre, sino de varios, en diferentes países, para lograr ediciones de esos libros básicos, sabios, útiles para toda la humanidad.

Es que esos hombres no pararon jamás de estudiar, planear y difundir sus ideas; tanto, que legaron otros muchos libros auxiliares como los de Socios, los de Deudores y Acreedores, el de Gastos, etc.

 Existe una literatura del conocimiento sobre los registros contables que requirió de muchos años (siglos) de esfuerzos de miles de hombres estudiosos y dedicados a la creación de libros vitales para el progreso socio- económico en el mundo.

Hay que tener en cuenta que en sus inicios los tenían que copiar a mano, letra por letra, pues aún no existía la imprenta.

En Roma antigua, a partir del siglo XIV circularon manuales sobre ls partidas dobles, y eran manuscritos.

En la biblioteca de Ayasofya de Estambul, existen libros manuscritos de 1307 en adelante, sobre la cultura de la escritura contable. 

El primer libro impreso que difunde las partidas dobles y sus criterios de escrituración es el del fraile franciscano Lucas Pacioli; surge en Venecia en el año de 1494, editado por Paganino de Paganini.

La literatura siempre tuvo una expansión creciente, y recibía ahora la influencia directa de normas italianas que Pacioli difundió.

El libro Sa´adtname, de Felek A´la-yi Tebrizi, de 1307 (está en la biblioteca Ayasofya, No. 2756, división de manuscritos, fue publicado por el Conselho Regional de Contabilidade de Minais Gerais.

La muy citada  obra de Mazarandarani, titulada Risale –i- Fellekiye , está en la biblioteca Ayasofya, clasificado con el No. 2756, rotulado con A Literatura contábil antes de Paciolo. Está escrita en árabe y persa, pero en alfabeto arábigo, es de origen Persa (iraní).
Para no citar otros libros, me remito exclusivamente a éste,  al de Mazarandarani,  porque su contenido sorprende, (fue elaborado en 1.363) veamos:
Normas y símbolos contables, forma de los documentos, división de débito y crédito, estructura de las partidas, cuentas auxiliares, reglas para escriturar las partidas, registros de variaciones patrimoniales, déficit y superávit, transferencias de cuentas, reglas de composición de documentos, libros contables (Diario, Razón, Gastos, Ingresos, Financieros, de Obras, etc) y casos especiales de registros. 

No me cabe duda, los estudios que apenas estoy empezando, tienen el sello de garantía que le otorgan todos los siglos de estudio y aplicación por parte de unos científicos estudiosos, silenciosos y constantes.


BIBLIOGRAFÍA:
El origen: partidas dobles, Antonio, de Sá (Brasil)







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