miércoles, 21 de agosto de 2013

LA CONQUISTA, LA COLONIA, LO QUE SIGUE

Desde mi cocina
Por Silvia Betancourt Alliegro
LA CONQUISTA, LA COLONIA, LO QUE SIGUE
La Conquista o invasión: Tenaz y sangrienta lucha de los españoles por implantar su forma de civilización. Semejante empresa, frecuentemente manchada de crueldad contra las tribus, debió hacer frente a dificultades que parecían invencibles, aún hoy son penosas, la selva virgen, las cordilleras, los ríos, los climas, las fieras, las enfermedades y la resistencia de la naturaleza.
La producción de la palabra escrita en los años de la Conquista está casi toda enderezada a describir las hazañas de las armas hispanas en  el territorio que ahogó en sangre la milenaria cultura de las tribus de AbyaYala. La literatura hispana en el Nuevo Mundo estuvo representada por Hernán Cortés, Pedro Cieza de León, Francisco Pizarro, Alvar Núñez Cabeza de Vaca; hasta nosotros llegó con fuerza la inmensa producción de don Juan de Castellanos, que nos aporta datos y episodios como un manantial de información en sus noventa mil versos rígidos y de primitiva crudeza.
En la crónica rimada de Juan de Castellanos, ese frustrado pescador de perlas de Riohacha y más tarde beneficiado eclesiástico en Tunja, exalta la imaginación en todo lo que escribe. Cada tribu, cada río, cada montaña, cada todo, en una sorpresa que difícilmente podemos describir, porque en ese tiempo el idioma castellano estaba limitado al estrecho contorno hispano y no podía considerar la inmensa cantidad de imágenes nuevas que aportaba el Nuevo Mundo, que sólo los vocablos autóctonos de este lado del mar eran capaces de pintar.
La Colonia o asentamiento: En ese periodo, que según los cronistas se caracterizó por la paz y las sanas costumbres (los maltratos y masacres contra los indígenas no los dejaron registrados, porque esa historia fue escrita por los vencedores españoles). En esa vida de silencio, de quietud, se llevaron a cabo las primeras fundaciones de poblados coloniales, casi siempre erigidos en los terrenos que las tribus tenían como asentamientos permanentes; es que los españoles no eran ni son tontos, sabían que el conocimiento del territorio que pisaban los aborígenes les había llevado a elegir los mejores. Construyeron entonces sus ciudades en las mejores condiciones, tan es así que aún hoy (2010) están en pie y son urbes que por sus características fundacionales en el centro histórico atraen turismo. Sigamos: El descontento existía pero muy oculto por las injusticias sociales, por el execrable crimen del comercio de esclavos, por el absolutismo virreinal. Todo gira, dice un historiador, en torno del Virrey que tiene todos los poderes de la monarquía concentrados, es, a la vez, jefe militar, protector de la Iglesia, presidente de la Real Audiencia, superintendente del Tesoro y árbitro del poder Civil. Esta justicia aristocrática, dirigida en persona por el Virrey resulta sistemáticamente favorable a los españoles asentados en el territorio y perjudicial para los criollos: nacidos en América de padres españoles; los indígenas y los negros. Las instituciones fueron creadas solamente para defender al español peninsular  y perseguir a los naturales de América. La balanza se inclina siempre a favor de la nobleza española.
La Independencia o autonomía. Comprende desde el 20 de julio de 1810 hasta el 7 de agosto de 1819. A este periodo le dedicaremos otro espacio, puesto que es el que nos ocupa, es que  conmemoramos doscientos años de su hecho, y aún no sabemos ejercer la libertad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario