Desde mi
cocina
Por Silvia
Betancourt Alliegro
LA CONQUISTA,
LA COLONIA,
LO QUE SIGUE
La Conquista
o invasión: Tenaz y sangrienta lucha de los españoles por implantar su
forma de civilización. Semejante empresa, frecuentemente manchada de crueldad
contra las tribus, debió hacer frente a dificultades que parecían invencibles,
aún hoy son penosas, la selva virgen, las cordilleras, los ríos, los climas,
las fieras, las enfermedades y la resistencia de la naturaleza.
La producción
de la palabra escrita en los años de la Conquista está casi toda enderezada a describir
las hazañas de las armas hispanas en el
territorio que ahogó en sangre la milenaria cultura de las tribus de AbyaYala.
La literatura hispana en el Nuevo Mundo estuvo representada por Hernán Cortés,
Pedro Cieza de León, Francisco Pizarro, Alvar Núñez Cabeza de Vaca; hasta
nosotros llegó con fuerza la inmensa producción de don Juan de Castellanos, que
nos aporta datos y episodios como un manantial de información en sus noventa
mil versos rígidos y de primitiva crudeza.
En la crónica
rimada de Juan de Castellanos, ese frustrado pescador de perlas de Riohacha y
más tarde beneficiado eclesiástico en Tunja, exalta la imaginación en todo lo
que escribe. Cada tribu, cada río, cada montaña, cada todo, en una sorpresa que
difícilmente podemos describir, porque en ese tiempo el idioma castellano
estaba limitado al estrecho contorno hispano y no podía considerar la inmensa
cantidad de imágenes nuevas que aportaba el Nuevo Mundo, que sólo los vocablos
autóctonos de este lado del mar eran capaces de pintar.
La Colonia
o asentamiento: En ese periodo, que según los
cronistas se caracterizó por la paz y las sanas costumbres (los maltratos y
masacres contra los indígenas no los dejaron registrados, porque esa historia
fue escrita por los vencedores españoles). En esa vida de silencio, de quietud,
se llevaron a cabo las primeras fundaciones de poblados coloniales, casi
siempre erigidos en los terrenos que las tribus tenían como asentamientos
permanentes; es que los españoles no eran ni son tontos, sabían que el
conocimiento del territorio que pisaban los aborígenes les había llevado a
elegir los mejores. Construyeron entonces sus ciudades en las mejores
condiciones, tan es así que aún hoy (2010) están en pie y son urbes que por sus
características fundacionales en el centro histórico atraen turismo. Sigamos:
El descontento existía pero muy oculto por las injusticias sociales, por el
execrable crimen del comercio de esclavos, por el absolutismo virreinal. Todo
gira, dice un historiador, en torno del Virrey que tiene todos los poderes de
la monarquía concentrados, es, a la vez, jefe militar, protector de la Iglesia, presidente de la Real Audiencia,
superintendente del Tesoro y árbitro del poder Civil. Esta justicia aristocrática,
dirigida en persona por el Virrey resulta sistemáticamente favorable a los
españoles asentados en el territorio y perjudicial para los criollos: nacidos
en América de padres españoles; los indígenas y los negros. Las instituciones
fueron creadas solamente para defender al español peninsular y perseguir a los naturales de América. La
balanza se inclina siempre a favor de la nobleza española.
La Independencia
o autonomía. Comprende desde el 20 de julio de 1810 hasta el 7 de
agosto de 1819. A
este periodo le dedicaremos otro espacio, puesto que es el que nos ocupa, es
que conmemoramos doscientos años de su
hecho, y aún no sabemos ejercer la libertad.
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