LAS MUJERES DECIDIMOS
Pero
no siempre lo hacemos acertadamente, somos excluyentes de las otras, fomentamos
el machismo, especialmente en la política.
Una
mujer, antes de esta época dorada en la que ingresa a las universidades en
mayor número que los hombres, era administradora, lavandera, cocinera,
rezandera, enfermera –muy pocas veces amante de su marido- porque hasta en las
manifestaciones sexuales estaba prohibido el entusiasmo.
Lo
extraño es que las costumbres someramente mencionadas en el párrafo anterior
prevalecen, por tanto, habrá que hacer un estudio sociológico-sicológico para
entender las causas de esta enfermedad que nos socava el espíritu combativo y
unitario que nos llevaría a ejercer un poder irreversible y definitorio en el
destino de Colombia.
Para
no mencionar personas concretas, eludiré nombres, no por cobardía sino por que
nos llevaría a debates que a nada conducen y lo que debemos buscar es arrastrar
el mayor número de damas pensadoras y ejecutivas para que tomen la vocería de
los requerimientos que nos otorgarían dignidad y gobierno.
Llegamos
a la palabra clave: gobierno, que tiene varios sinónimos: dirección,
administración, guía, gerencia, regencia, jefatura; todas son acciones que les
adjudicamos a los hombres por, ay… la tradición que nos enseñó a jamás decir YO
SOY MÍA.
Para
unir a las mujeres en torno a una idea que posea piso sólido hay que andar con
sumo cuidado, veamos:
a)
No habrá jefatura. Sumisas a
los conceptos de los hombres hemos sido, por ello lo más conveniente es empezar
por unirnos individualmente, como personas, así pertenezcamos a un grupo
religioso, ideológico, político o cultural. Ninguna va en representación de
nadie. Cada una se representará a sí
misma.
b)
Para evitar discusiones que
desunen, lo más conveniente sería que toda aquella que tenga una propuesta la
ponga por escrito para ser analizada desapasionadamente. Y si no sabe cómo
hacerlo por que su comunicación es oral, facilitarle el acceso a la
transcripción o grabación de su idea.
c)
Jamás eludir la
participación de los hombres y los niños en nuestras reuniones (nótese que no
digo niñas y niños porque es absolutista) puesto que ellos son parte de nuestro
paralelismo. No se trata de organizar aquelarres.
d)
Tampoco, y especialmente,
jamás deberíamos aceptar la segregación de minorías (también lo somos por
decisión propia, puesto que no exigimos el cumplimiento de nuestros derechos
emanados de la Carta
magna).
e)
Feminismo, palabra
detestable, puesto que con ella nos ponemos en la misma posición que los hombres de antaño: machistas e
injustos. Es cuestión de justicia social no de lucha entre los géneros, una
guerra de estas dimensiones llevaría a la extinción de la especie.
f)
La democracia es la tiranía
de las mayorías, tendremos que esclarecer este indiscutible hecho para poder
atinar en las decisiones que tomemos cuando el poder llegue a nuestros regazos,
que así deberá ser para bien de los hombres, mujeres y niños, desde las
regiones.
@yastao
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